El primer paquete llegó dos meses después. Lo encontré sobre la encimera de la cocina con el resto del correo. Me extrañó que no llevara remitente y estuve a punto de no abrirlo, pero al final mi curiosidad se impuso y tiré de la solapa del sobre. Del interior extraje un iPod y lo que parecía ser una carta. El papel tembló entre mis manos en cuanto leí la primera frase: Hola, L.
Solo había una persona que me llamase así, ni Euge ni el resto solían emplear ese apodo conmigo y menos aún nadie de mi anterior vida. Abrí la hoja de nuevo e hice lo único que se me ocurrió: ir hasta el dormitorio de Peter y sentarme en su cama. Euge no había vuelto a alquilarlo. Creo que albergaba la esperanza de que su primo regresase, aunque este había abandonado las clases y nadie sabía dónde estaba, o eso me decían. Respiré hondo y releí el familiar saludo.
Hola, L.
Si te conozco bien, estarás en mi habitación. Espero que así sea, porque entonces es posible que no tires esta carta a la basura y olvides que la recibiste. Si aún sigues leyendo, conecta el iPod a los altavoces y escucha la primera canción. Solo la primera, por favor. Me tomé mi tiempo para asimilar aquel párrafo.
¿Qué significaba aquello? Yo conocía de sobra la afición de Peter a ponerle banda sonora a su vida y a la mía durante el tiempo que estuvimos juntos, aunque mirando atrás me daba cuenta de que según avanzaba nuestra relación no había echado mano de ella tan a menudo como solía.
Me resigné e hice lo que me pedía. Los nervios apenas me permitieron atinar con los botones. Los primeros acordes de Crazy, de Aerosmith, llenaron la habitación y dejé de respirar por un instante. Mis ojos retornaron a la carta, ansiosa por desvelar qué trataba de decirme al obligarme a escuchar precisamente esa canción.
La noche que bailaste conmigo por primera vez sobre la barra del Marlon no imaginaba lo que vendría luego. Solo quería darte una lección, enseñarte que no debías contradecirme. ¡Qué equivocado estaba con vos! En el momento en que te plantaste frente a mí y tu mano descendió por mi pecho supe que estaba perdido. Había tanta fuerza en vos tantas ganas de luchar. Desde esa noche todo en lo que podía pensar era en cómo sabrían tus besos. Supongo que querrás saber dónde estuve los dos últimos meses, o igual andas maldiciendo entre dientes y no te importa en absoluto. No lo sé, nunca aprendí a prever tus reacciones, y aunque eso me encantaba, ahora me doy cuenta de que me inquieta que no llegues a leer estas palabras. Jamás me creí con derecho a nada, por lo que tampoco lo haré ahora. No quería que me importases, pero lo haces.
P.
Releí la carta al menos una docena de veces. No deseaba pensar, no quería avivar ningún tipo de anhelo, pero me di cuenta de que estaba sonriendo de forma estúpida y de que, por mucho que intentara evitarlo, Peter seguía anclado en mi corazón.
No informé a Euge de que había recibido noticias de Peter. Sus palabras me resultaron demasiado íntimas para compartirlas con alguien, aunque se
tratara de mi amiga. Continué mi día a día como si tal cosa, aunque en mi interior se había desatado una lucha titánica por el control de mis emociones. La duda ya no estaba en si sería sensata o cobarde, porque había optado por la valentía semanas atrás y me juré que nunca me arrepentiría de las cosas hechas sino de aquellas que dejara por hacer.
Mi ansiedad se debía al hecho de desconocer, como siempre, cuáles eran las intenciones de Peter. No pensaba dar nada por sentado. No obstante, había dicho que le importaba. Solo esperaba que fuera en la misma medida que él a mí.
Dos semanas más tarde apareció frente a mi puerta un mensajero con una carta certificada. Firmé el albarán de entrega y corrí de nuevo a su dormitorio. Entrar en él se me antojaba imposible el resto del tiempo, pero con una nueva carta en la mano me sentí valiente.
Pulsé el botón de reproducción para darme cuenta de que el siguiente tema era Something for the pain, de Bon Jovi. Una sonrisa asomó a mis labios cuando imaginé de qué iba a hablarme Peter en esa ocasión.
Hola, L.
¿La recuerdas? La noche en la que renuncié a mi deseo y te besé. En cuanto te vi entrar por la puerta pensé en marcharme del bar y, aunque aguanté, pasé toda la fiesta enojado por no ser capaz de hacerle frente a lo que sentía. Y vos terminaste por enojarte también, lo que fue peor aún porque estás preciosa cuando te enojas. Te prometo que al ver cómo hacías esfuerzos por respirar no pretendía aprovecharme, pero tenerte tan cerca… Parecías tan desvalida que me asusté, y no me preguntes, porque aún no sé en qué estaba pensando para lanzarme sobre vos. Me dije a mí mismo que no era una buena idea, que no saldría bien, pero creo que ya era demasiado tarde… Lo único que deseaba era estar con vos, que me conocieras y… que me quisieras. Porque, aunque tratara de negarlo, me estaba enamorando de vos. No quería anhelarte, pero lo hago.
P.
Respiré profundamente. Saber que Peter había empezado a sentir algo por mí incluso antes de que yo lo sintiera por él fue abrumador. Retuve las lágrimas en mis ojos y me forcé a no llorar. No ahora que mis recuerdos se superponían a los suyos, dándome una visión todavía más hermosa de nuestra relación.
Supongo que Euge debió percatarse de que algo ocurría porque, aunque no dijo nada, era difícil no darse cuenta de que se me escapaban sonrisas sin motivo y lo primero que hacía al llegar a casa era rebuscar entre el correo. Más de una vez la pillé observándome con el ceño fruncido y expresión pensativa. No podía asegurar que su primo no se hubiera puesto en contacto también con ella y estuviera al corriente de lo que se traía entre manos, pero por mi parte no deseaba compartirlo con nadie más.
Su siguiente carta tardó en llegar tan solo una semana. Era consciente de que representaba un avance, y tenía la sensación de que, a donde fuera que llevara la estrategia de Peter, los acontecimientos se estaban precipitando.
Inicié la siguiente canción, Suppose, de Secondhand Serenade.
Hola, L.
Echo tanto de menos a mi hermana. Cada día, cada hora. Solíamos escaparnos en multitud de ocasiones al Parque de las siete tetas. Nos tumbábamos sobre la hierba y nos quedábamos en silencio hasta que el sol se escondía tras los edificios. No necesitábamos hablar. No tenía en mente llevarte allí, solo quería sacarte un poco de quicio antes de regresar a casa, pero de alguna manera me encontré deseando saber si podía compartir contigo ese lugar. Sé que no resulté una compañía agradable, y sin embargo te quedaste conmigo y me hiciste sentir que todavía podía haber en mi vida algo bueno, aunque no lo mereciera. No quería echarte de menos a vos también, pero lo hago.
P.
Alcé la cabeza y me encontré con Euge.
Euge:¿Vas a contármelo? –preguntó–
Negué con un gesto.
Ella suspiró y se abrazó a sí misma, agarrándose los codos.
Euge:Sabes que podes contar conmigo para lo que quieras, ¿verdad? –dijo, y por su mirada supe que estaba conteniéndose para no interrogarme acerca de mi presencia en el dormitorio de su primo–
Estaba asimilando las confesiones de Peter y todavía me quedaba por descubrir qué me esperaba al final del camino. Si él volvía a mi lado… Me levanté de la cama y le dediqué una sonrisa tranquilizadora, era lo único que podía concederle por el momento.
A los tres días el mensajero al que ya conocía me entregaba otra carta. Le pregunté si sabía de dónde venían pero se dio la vuelta y salió corriendo escaleras abajo, sin esperar siquiera a que firmase el recibo. Me imaginé a Peter amenazándolo para que mantuviera la boca cerrada y se me escapó una carcajada. Sí, eso sería muy propio de él.
La melodía de Declaration, de David Cook, me envolvió. Me tumbé sobre el colchón, sabedora del momento al que correspondía.
Hola, L.
¿Me creerías si te dijera que aquella noche no pensaba que fuéramos a hacer el amor? Te deseaba tanto… pero me hubiera bastado con dormir a tu lado. Cuando apareciste en mi habitación iluminaste algo dentro de mí. No imaginas lo que supuso tenerte bajo mi cuerpo, que me permitieras hacerte mía. En ese momento exacto comprendí que era un pendejo afortunado, demasiado afortunado. Y empujé todos mis miedos a un rincón. Solo quería estar con vos, sentirte cerca. Gracias por permitírmelo. He visto a mis padres. Estoy tratando de hacer las cosas bien, y hablar con ellos me ha ayudado a entender ciertas cosas. Voy poco a poco, L, tanto que a veces desespero y me hundo, y pienso que jamás podré merecerte. No encontrarás más canciones. Después de ese día no fui capaz de encontrar una adecuada para describir cómo me hacías sentir y todo lo que significabas para mí, y aún sigo buscándola… Solo deseo que sepas que he pensado mucho en todo lo que me dijiste la última vez que hablamos. Gracias por elegirme a mí. No quería…
P.
¿Qué era lo que no quería? Fulminé con la mirada a aquellos tres puntos suspensivos, como si así fueran a revelarme el resto de la frase.
El timbre hizo que pegara un bote sobre el colchón. Me puse en pie de un salto y me dirigí a la entrada. Mentiría si dijera que no se me pasó por la cabeza la idea de que fuera Peter el que me esperaba detrás de la puerta, pero cuando la abrí me encontré con Agus. No pude disimular mi decepción.
Agus:¿Llego en mal momento?
Lali:No, pasa, pasa –me aparté a un lado para dejarlo entrar y suavicé la expresión abatida de mi rostro–
Agus accedió al salón, pero no tomó asiento. Fue hasta la ventana y se quedó mirando el exterior. De madrugada había empezado a llover y ya no cesó durante todo el día. Muy de vez en cuando se escuchaba el retumbar
sordo de un trueno. La primavera había hecho su aparición cargada de agua y frío, y el final de mi aventura estaba cada vez más cerca.
Agus:Vine a por los apuntes –dijo girándose para mirarme–
Lali:¿Eh?
Mi mente estaba a años luz de allí y tardé un momento en comprender a qué se refería. Euge me había dejado una carpeta para que se la entregase a Cande cuando pasara a recogerla. Supuse que Agus, siempre tan atento, se habría ofrecido a venir en su lugar.
Lali:Están sobre la mesa de la cocina –le indiqué, invitándole a que fuera él mismo a cogerlos. Pero no se movió–
Ambos nos quedamos observándonos lo que no debieron de ser más de cinco segundos, pero eso bastó para que el ambiente de la sala se hiciera irrespirable.
Agus:¿Estás bien? –me preguntó finalmente–
Lali:Sí, claro –dije inquieta– ¿Por qué? ¿Ha pasado algo?
De repente desfilaron por mi mente un montón de posibles situaciones en las que Agus actuaría de una forma tan extraña y no me gustó, no me gustó en absoluto.
Lali:¿Euge está bien? ¿Cande?
Agus:Sí, sí –se apresuró a contestar y esbozó una de sus familiares sonrisas– Solo quería saber cómo lo llevas. No hemos hablado demasiado de… nada
De Peter, de eso era de lo que no habíamos hablado. Había descargado mi pesar en Euge, y ni siquiera ella sabía del todo cómo me sentía al respecto.
La preocupación de Agus parecía sincera, y yo era consciente de que me tenía tanto cariño como yo a él. Y con la reaparición de Peter en mi vida, aunque solo fuera por vía postal, sentí que al menos debía hacerle saber que no me había vuelto loca.
Lali:No ha sido fácil. No es fácil –me corregí de inmediato–
Fui a sentarme al sillón, subí los pies al asiento y me acurruqué contra el
reposabrazos. Él eligió una butaca frente a mí.
Agus:Me recordas mucho a mí –reflexionó en voz alta, y me pareció que ahora era él el que estaba muy lejos de aquella casa– Lo queres, ¿no es así? No es un simple capricho
Lali:Haría cualquier cosa por él, Agus, incluso dejarlo marchar –admití, porque eso era justo lo que me había visto obligada a hacer–
Sí, no sabía dónde estaba y había hecho todo lo posible para convencerlo de que no me abandonara, pero en el fondo sentía que lo que Peter me había pedido la noche en que me dejó era que le permitiera huir.
Agus:Tal y como imaginaba
Entrecerré los ojos con mi vista fija en las comisuras de sus labios, que se curvaban hacia arriba por mucho que intentara disimularlo.
Lali:Agus… –le advertí, poniéndome en pie de un salto–
Él dejo de ocultar su sonrisa y se acercó hasta mí para abrazarme.
Lali:Agus… –insistí, demasiado nerviosa–
Estaba segura de que pasaba algo, algo bueno, demasiado bueno para ser verdad.
Agus:Abajo –me susurró al oído– Corre
Me lo quité de encima con tanto entusiasmo que casi lo tiré al suelo y me precipité escaleras abajo antes de que pudiera decir nada más. No me di cuenta de que iba descalza hasta que, al salir del portal del edificio, el agua de la lluvia me mojó los pies. En casa siempre hacía calor, así que tan solo llevaba puesta una camiseta vieja y unos pantalones cortos. El contraste con el aire frío de la calle me puso la piel erizada. O tal vez fuera debido a que la moto de Peter estaba aparcada sobre la acera y él estaba sentado a horcajadas sobre ella.
Mis pulmones debieron anular el reflejo automático de hincharse para coger aire, porque estoy segura de que no estaba respirando. Mi corazón siguió su ejemplo y se detuvo unos instantes.
Él no me había visto. Tenía la cabeza agachada y el pelo le tapaba parte de la cara. Lo llevaba algo más largo y tan despeinado como siempre. Mi cuerpo me rogaba que me lanzara encima de él, pero me quedé paralizada. Me había imaginado en esta misma situación cientos de veces, y ahora que lo tenía ante mí ni siquiera era capaz de pronunciar su nombre.
La puerta se cerró a mis espaldas y el golpe atrajo su atención. Solo tardó una fracción de segundo en levantar la mirada. No obstante, fue suficiente para que el terror de creer que me encontraría con unos ojos vacíos se adueñara de mí. Pero lo que atisbé a través de ellos me sorprendió aún más.
Peter:Hola, L
No me moví ni contesté a su saludo, aunque me estremecí de pies a cabeza al escuchar el tono dulce pero firme de su voz. Solo él podía ser tan contradictorio.
Peter:Lo siento –añadió, cuando no respondí—
«Vamos, Peter puedes hacerlo mejor», pensé para mí.
Quería creer que estaba allí por mí, quería que me convenciera de ello. Y, sinceramente, aquello era una mierda de disculpa. Me crucé de brazos. Tenía las piernas heladas, pero aguanté sin inmutarme.
Peter:No encontré una canción, así que dejé de buscar –continuó, y no supe si eso era lo que quería escuchar– Pero no me he rendido
«Yo tampoco».
La determinación que había atisbado en sus ojos se fortaleció, arrancándole una sonrisa a su boca. Y, por contra, mi voluntad flaqueó.
Peter no pareció percibirlo. Se pasó las palmas de las manos por los vaqueros y extendió el brazo para tomar algo de detrás de la moto.
Peter:No la he tocado desde hace más de dos años –se excusó, rodeando con sus brazos una guitarra– Pero espero que tu canción suene tal y como lo hace en mi mente
No me había repuesto de la sorpresa de verlo con la guitarra apoyada contra su pierna y él ya estaba rasgando las cuerdas.
Yo había visto infinidad de veces el instrumento en su dormitorio, y las veces que le pregunté siempre contestó que era un trasto viejo que solo ocupaba espacio. Pero al escucharlo supe que no había sido sincero, probablemente porque el accidente también se había llevado esa parte de él.
La tristeza de las notas iniciales se me clavó en el alma. No había letra, pero el sentimiento implícito y la emoción con la que ejecutaba la melodía no la necesitaban.
Las lágrimas acudieron a mis ojos y antes de poder evitarlo ya resbalaban por mis mejillas. Peter se concentró en el movimiento de sus dedos, hasta que la cadencia cambió, haciéndose intensa y tan rica en matices que comprendí que estaba relatando nuestra historia. La música cesó de forma abrupta, sin una transición que indicara que había llegado a su fin.
Lali:No tiene letra
Fue todo cuanto se me ocurrió decir. Él se rio. Más bien soltó una carcajada. No tenía nada que ver con aquella risa cínica que yo tan bien conocía, aquel sonido era algo completamente nuevo para mí.
Peter:Bueno, esperaba que pudiéramos escribirla juntos
Y hasta ahí llegó mi parálisis. Me acerqué a él y le estampé una bofetada que atrajo la atención de la gente que no se había parado ya para observar a Peter tocar.
Lali:Eso por marcharte –le dije furiosa–
Y acto seguido hice lo que llevaba deseando desde el momento en que había salido del edificio. Tiré del cuello de su cazadora y le besé. Peter reaccionó enseguida. Enlazó mi cintura con sus brazos y me acomodó contra su pecho. Sentir de nuevo su calidez, aspirar su característico aroma, saborear su boca…
Su lengua se entrelazó con la mía y se me escapó un gemido que le hizo reír. Me separé de él, y comprobé satisfecha que había arruguitas en torno a sus ojos, y que estos estaban llenos de vida, más de la que nunca habían tenido.
Peter:Espero que el beso sea por volver –me tanteó, inseguro– Porque me gustaría quedarme
Lali:¿Estás seguro?
No había nada en el mundo que yo deseara más que estar con él, pero no creía poder sobrellevar que decidiera dejarme de nuevo si la sombra de la culpa merodeaba aún sobre su cabeza.
Asintió, convencido.
Peter:Me comporté como el mas grande boludo, fui egoísta e incluso cruel. Rochi nunca hubiera querido que fuera así. Pasé tiempo con mis padres –me explicó, mientras paseaba los dedos por mi rostro–Visité su tumba. Y además… te he echado tantísimo de menos. No quería… No quería amarte…
Lali:Pero lo hago –dije terminando su frase–
En esta ocasión fue Peter el que me besó, despacio y con dulzura, como si rogara un perdón sin palabras. Y ahora sí, comprendí que ya no había capas que ocultaran sus sentimientos, y que aunque existiesen heridas que nunca cicatrizarían del todo, ninguno de los dos estaba dispuesto a rendirse.
Lali:¿Qué hay de la beca en Londres?
Me apretó contra su pecho y su boca se desplazó hasta mi oído.
Peter:Iré –susurró, y luché por no evocar la imagen de los dos despidiéndonos en el aeropuerto– Iremos juntos, si queres, claro. Si no es así, estoy dispuesto a regresar con vos. No voy a separarme de vos nunca más mi amor
Las lágrimas se agolparon en mis ojos, pero esta vez eran lágrimas de pura felicidad.
Lali:Vamos –tiré de él para que se bajara de la moto–
Sus ojos fueron de mi cara al edificio.
Peter'¿A dónde? –preguntó, con la voz cargada de emoción, como si no terminara de creer lo que le estaba ofreciendo–
Sonreí y me permití perderme en el verde de mis ojos favoritos antes de contestarle.
Lali:A escribir la letra de
NUESTRA canción
Me sonrió, le sonreí y nos besamos antes de escribir nuestra propia canción.
¿Cuántas se asustaron? JAJAJAJAJAJA! Aquí tienen el epílogo! NO hay segunda parte como en la anterior novela!
Espero que les haya gustado el epílogo (Se dice asi) porque... ¡SE QUEDARON JUNTOS! ❤❤❤
Muchísimas GRACIAS a todas las que estuvieron comentando y compartiendo un poco de su tiempo conmigo! GRACIAS a TODAS las de mi grupo Laliter, por apoyarme y por putearme sobre todo a las que me putearon mas que ninguna ayer... a MICA (que tiene a mi madre frita por cagarse tanto en ella) y a SOL (que ayer me puteo en 5 idiomas) por el final del capitulo! ¡MI GRUPO LALITER ES EL MEJOR! ❤
Chiicas! Antes de terminar, decirles que el blog ahora se llamará NOVELASLALITEER2015.BLOGSPOT.COM (en minúsculas) Sí por casualidad NO lo encuentran mandenme un correo a Tu.nenita.1994.cat@Gmail.com (Apunten el correo porque el domingo cambiare el blog al nombre que dije antes) Beesoos a cada una! ❤