martes, 31 de marzo de 2015
21° ENAMORADA DEL CHICO "MALO" ❤
CAPITULO 21:
Peter:Me he pasado –ernarqué la ceja ante lo que me pareció una versión edulcorada de la realidad. Él se revolvió el pelo con la mano, giró sobre sí mismo y se alejó varios pasos para regresar enseguida junto a mí– Mucho, me he pasado muchísimo, La. Lo siento
Suspiré y lo agarré de la camisa para detener su andar errático. Me estaba poniendo de los nervios.
Lali:¿Qué es lo que quieres, Peter? –pregunté arrepintiéndome de haberlo sujetado. Su cara había quedado a escasa distancia de la mía– Me da la sensación de que esto no es más que un juego para ti. Y es lo último que necesito
Se puso tan serio que pensé que a continuación se produciría uno de sus
estallidos emocionales. No fue así.
Peter:Estar con vos, eso quiero L –afirmó, con cierto tono desesperado– Y dejar de cagarla. No sé si seré capaz de lo segundo, pero respecto a lo primero no había tenido algo tan claro desde… Bueno, desde nunca
Lo miré a los ojos. Sus palabras estaban cargadas de sinceridad y, aún peor, de angustia, como si pensase que no iba a creerle. Tenía un aspecto vulnerable. No parecía más que un niño, y me pregunté si Agus llevaba razón al decir que nunca había tenido una relación seria con nadie. Pero en la otra cara de la moneda estaba yo, alguien a quien habían destrozado el corazón, de quien se habían aprovechado, y que no sabía amar de otra forma que no fuera entregándolo todo. Por eso me resistía tanto a dejarme arrastrar por aquella relación, porque sabía que, si cedía, acabaría dándole a Peter la llave de mis sentimientos y, con ello, la posibilidad de destruirme.
Daban igual los consejos que me diera Euge o los que me gritara mi lado más temerario cuando le tenía frente a mí, como ahora. Vivir para mí significaba amar de verdad. No podía ponerme condiciones ni trazar líneas, porque al final terminaría traspasándolas.
Lali:No sé si puedo con esto Peter –reconocí, y sus labios se entreabrieron para dejar escapar un suspiro. Volví a reconocer el olor a granadina en su aliento y eso me hizo evocar el sabor de sus besos– No… no estoy preparada
Peter era apasionado. No importaba lo que sus amigos o su propia prima pensaran de él. En el fondo había algo que latía dentro de él y guiaba sus actos, de la misma manera que yo no podía evitar implicarme si alguien me gustaba. Y eso me atraía, pero en mi estado era como mantener una granada sin anilla en la mano; acabaría explotando.
Ladeó la cabeza y entornó los ojos, y durante un instante pensé que observaría el dolor a través de mi mirada.
Peter:Euge dijo que fuera cuidadoso con vos. Pensé que era una forma de hablar, pero no es así –di un paso atrás. No deseaba tener esa conversación con él– ¿A qué se refería?
Lali:No quiero hablar de eso
Me crucé de brazos y adopté una actitud distante. Él avanzó y me agarró de los codos, impidiendo que retrocediera de nuevo.
Peter:Puedes contarme lo que sea, L. Confía en mí.
Lali:¡No quiero! –exclamé con rabia, y él apretó los labios, dolido–
Peter:No pasada nada, está bien –se apresuró a decir– No tenés que contármelo
Dejó caer las manos y la piel de mis brazos echó en falta la calidez de su contacto.
Lali:Volvamos –sugerí, desalentada por cómo había transcurrido la noche. No era lo que esperaba– Agus debe preguntarse dónde estamos.
Peter:Te estás alejando de mí –dijo él, a pesar de que no me había movido de su lado– Desde que llegaste no me has mirado como los demás. No te importó lo que dijera o lo que pareciera ser. Seguías ahí, plantándome cara, escarbando más y más profundo –hizo una pausa para rodear mi cara con sus manos y acarició mis labios con el pulgar. El verde turbio de sus ojos parecía capaz de tragarme entera– Decime que seguís acá, por favor –suplicó, y mi determinación se tambaleó–
Yo quería seguir allí. Dijera lo que dijera mi mente, el resto de mi cuerpo deseaba continuar allí.
Tras su ruego Peter depositó un beso sobre mi frente. Dejó sus labios apoyados en mi piel, alargando el momento de aquella extraña despedida. Había multitud de emociones impregnadas en ese sencillo beso. El gesto me desarmó, como si algo saltara dentro de mí y los sentimientos que había ido escondiendo durante semanas se negaran a permanecer ocultos por más tiempo.
La veleta en la que me había convertido giró y lo señaló a él, sin importar de dónde viniera el viento. Llamenme tonta, ilusa o soñadora, pero nunca nadie me había dicho tantas cosas con tan pocas palabras. Ni siquiera Benjamín al inicio de nuestra relación, cuando aún se molestaba en aparentar que yo le importaba.
Me dio la espalda y yo me quedé inmóvil, asumiendo lo que acababa de ocurrir en mi interior.
Lali:Peter –volvió a mirarme y le dediqué una sonrisa, tímida al principio pero que se fue extendiendo por mi cara sin que pudiera hacer nada para contenerla. Juro que sus ojos relampaguearon. Le apunté con el dedo e hice todo lo posible para ponerme seria. Él se acercó, cauteloso, hasta que mi dedo se clavó en mitad de su pecho– Necesitas trabajar tus modales –asintió– Mucho. Y si vuelves a liar alguna parecida, juro que le prenderé fuego a tu moto y me sentaré a ver cómo arde. Y no estoy bromeando
Sus manos volaron hasta mi cintura y esbozó una sonrisa ladeada que me robó el aliento. Resultaba curioso que el carácter de Peter estuviera repleto de zonas oscuras, porque las que brillaban lo hacían con tanta intensidad que era imposible no sucumbir a él. Siempre había deseado mi propia historia de amor, épica e inolvidable, y allí estaba, frente a mí, a la espera de que redujera la distancia entre nuestros labios y, con ello, aceptara de una vez por todas que no quería alejarle de mí.
Mi cuerpo tomó la decisión mucho antes de que mi mente diese la orden. Mis labios se entreabrieron, dispuestos a saborear sus besos, y mis manos se anclaron tras su nuca, decididas a no dejarlo escapar. Cuando su boca atrapó la mía la calle desapareció. Su olor, su tacto, su sabor… todo era él, y solo él. Pero, además, las dudas se diluyeron conforme nuestras lenguas se dedicaban caricias y los dedos de Peter se clavaban en mis caderas, acercándome más a su pecho.
Peter:Prometeme una cosa –rogó, con la emoción tiñendo su voz– Si cambias de opinión… Prometeme que me avisarás antes de dejarme. No te alejes de mí sin más, no lo soportaría
Lo besé en la comisura de los labios y hundí la cara en su cuello para llenarme los pulmones con su aroma.
Lali:No voy a ir a ningún lado, Peter
Peter:Prometemelo –insistió– Me da pánico levantarme un día y darme cuenta de que ya no estás
Lo miré y la expresión atormentada de su rostro fue suficiente para darme cuenta de que no estaba exagerando. La idea le aterraba.
Lali:Lo prometo
Nos besamos de nuevo con un ansia apenas contenida, como si lo hiciéramos por primera vez y nos estuviéramos descubriendo el uno al otro. Hubiéramos seguido haciéndolo toda la noche, sin importar que la gente pasara a nuestro lado o que la temperatura del ambiente no hiciera más que descender. Ninguno de los dos parecía prestar atención a nada que no fuera la presencia del otro.
Xxx:¡Ey! ¡Tortolitos!
Un gruñido reverberó en el pecho de Peter. Abrí un ojo y vi a Agus calle arriba plantado en la puerta del bar con los brazos en jarras y una mueca burlona en el rostro. Empujé a Peter con suavidad, pero se resistió a abandonar mis labios. Me reí.
Lali:Trabajo –susurré contra su boca y volvió a gruñir– Peter, ahora sí que tenemos que volver
Peter:Está bien –contestó él, liberándome– Hagámoslo oficial
Fruncí el ceño sin saber muy bien a qué se refería, pero él no tardó ni un segundo en alzarme en brazos y comenzar a andar con tranquilidad hacia la entrada del Marlon. Agus apenas podía contener las carcajadas, incluso Tony había empezado a sonreír, y eso que siempre iba de un lado a otro con cara de pocos amigos.
Peter:¿Puedo? –me preguntó, antes de llegar hasta ellos– No quiero estropearlo, pero me encantaría gritarles a todos que sos mi chica
Lali:Lo de gritar es figurado, ¿verdad?
Hizo un gesto de asentimiento, aunque tras él se le escapó una risita.
«¡Qué demonios!», pensé, y le di vía libre.
Agus:¿Les importaría echar una mano? Tengo una banda de clientes sedientos y les recuerdo que les pago por servirles –nos regañó Agus. No obstante, pareció más divertido que enfadado–
Peter:Vos también te escaqueas con tu chica –contraatacó, remarcando la última palabra–
Estaba disfrutando con aquello. Disfrutando mucho. Se me encogió el corazón al verlo tan feliz. Agus le dio una palmadita en el hombro y él se adentró en el bar conmigo todavía en brazos. Descendió por las escaleras y se dirigió hacia la barra con parsimonia. Yo escondí la cabeza contra su pecho, abochornada. Pero Peter no se limitó a dejarme en el suelo. Plantó mi culo sobre la madera del mostrador, y para cuando ya se había asegurado la atención de la mayoría de la clientela y la de todos los camareros, incluida su prima, me tomó del cuello y me dio un largo beso. Los silbidos se elevaron por encima de la música y yo me derretí entre sus brazos, deseando que, esta vez sí, aquella noche fueran todas las noches a partir de ahora.
Ooooooh! Queee boooniitoo! Empezaron mal y terminaron con un beesoo!! Que tiernos! Mañana les subo más capitulo!! ❤
PD:A los anónimos que comentan.. ya que la mitad de los anónimos los pone la misma persona! Intenta que no sean tan seguidos.. pq se nota que fue la misma perosona! Besiiitoos..!
lunes, 30 de marzo de 2015
20° ENAMORADA DEL CHICO "MALO" ❤
CAPITULO 20: 3/3
La afluencia característica de un sábado por la noche me salvó de aguantar a Benjamín. Le serví su bebida y me excusé con rapidez alegando que debía seguir trabajando. No tuve un segundo libre durante las siguientes horas y Peter no se separó de su portátil en ningún momento, aunque de vez en cuando me miraba y sonreía. Ni siquiera Euge pudo permitirse el lujo de estar pendiente de su primo y lo que esperaba fuera una de sus reacciones desproporcionadas.
David se había llevado una buena bronca de Agus por su retraso y su premio había sido subirse a la barra aunque no le tocara. Sin embargo, las chicas que atestaban en el Marlon lo agradecieron y aplaudieron sus movimientos desde el inicio hasta el final de la canción.
Agus:Vos sos la siguiente –me chilló al pasar por mi lado en dirección a la cubitera–
Euge sirvió un chupito y lo deslizó sobre la barra hasta que quedó justo delante de mí. Dio un salto de emoción, encantada con su buena puntería. Me lo tragué sin pensar. No había vuelto a bailar desde la fiesta de los moteros. Le hice un gesto para que me pasara otro. No sabía qué demonios le había echado, pero me quemó la garganta y mi estómago se calentó en apenas una fracción de segundo.
Lali:¿Quieres matarme? –articulé con los labios–
Ella alzó las cejas y, con un gesto de barbilla, señaló a mi espalda. Se cruzó de brazos y sonrió orgullosa. Me volví para ver lo que le hacía tanta gracia y me encontré con Peter a pocos centímetros de mí.
Peter:Ya no me hace tanta gracia que esos pendejos te babeen encima –me dijo sin pensárselo–
Lali:Solo voy a bailar –sin querer, me reí en su cara. Iba a tener que hablar con Euge sobre su forma de preparar los chupitos–
Peter:Y ellos a follarte con la mirada
Se me abrieron los ojos de par de par. Estaba acostumbrada a las salidas de tono de Peter, pero aquello era demasiado incluso para él. Me pareció escuchar la risita de mi compañera de piso a mi espalda. Tomé aire despacio y lo solté de igual manera. Si había algo que sabía reconocer eran los ataques de celos, y el de Peter era brutal. Y eso me llevaba a otra cuestión crucial: ¿qué creía él que había entre nosotros? Porque si éramos pareja, yo resultaba ser la última en enterarme.
Lali:Es trabajo –repliqué– si tanto te molesta habla con Agus
El aludido se acercó a nosotros sin saber muy bien sobre qué discutíamos
Agus:Hay clientes esperando –nos reprendió–
Peter:Esto es una pendejada –se quejó él–
Otro chupito resbaló en mi dirección pero Peter se hizo con él y se lo bebió antes de que pudiera impedirlo. Euge debía de estar pasándoselo de miedo con el espectáculo.
Peter:Deja de animarla, Eugenia –le gruñó a su prima–
La gente empezaba a mirarnos. David también había dejado lo que estaba haciendo para contemplar la escenita, y en primera fila de la barra teníamos a un grupo de chicas que parecían de lo más interesadas en nuestra disputa.
Agus:¿Qué demonios les pasa a los dos? –nos amonestó, ya que empezaba a perder la paciencia–
Lali:Peter se cree con derecho a decirme lo que tengo que hacer –me burlé, solo Dios sabe por qué razón–
En realidad creo que lo hice por miedo a sacar conclusiones equivocadas de su forma de actuar. ¿Quería decir aquello que estábamos saliendo? Y si de verdad era así, ¿creía él que por ser su novia iba a agachar la cabeza y obedecerlo? No, esta vez no. Nunca volvería a darle a nadie semejante poder sobre mí.
Y como siempre, Peter hizo lo que menos esperaba. Acortó la distancia que nos separaba y me besó. Su lengua tanteó mis labios hasta que no me quedó más remedió que abrirlos y darle paso. Había rabia contenida en aquel beso, pero también pasión y deseo. Una de sus manos descendió a lo largo de mi columna mientras que la otra me aferraba de la nuca para evitar que pudiera separarme. Dejé de pensar con lucidez a los pocos minutos, aunque seguía enfadada con él.
Durante el tiempo que duró nuestro numerito escuché a Agus soltar una
carcajada y a Euge maldecir, además de unos cuantos silbidos y comentarios bastante vulgares. Al separarnos los ojos de Peter brillaban expectantes. Hasta que alcé la mano y le cacheteé
Lali:¡Eso ha estado fuera de lugar! –le reproché– No soy una vaca a la que marques con tu sello para que ningún otro vaquero se acerque a ella
Sonó mejor en mi mente que al pronunciarlo en voz alta, pero ya estaba
dicho. Peter besaba jodidamente bien, tanto que ardía en deseos de arrancarme la ropa y arrancársela a él, sin importar quién estuviese mirando. Pero mi enojo se impuso a mi placer sexual. Por muy poco, he de admitir. Se tocó la mejilla y me sonrió. Sí, una sonrisa amplia y descarada. Le encantaba sacarme de quicio.
Peter:Pensaba que teníamos algo, aunque me encantaría poder marcarte –dijo, muy pagado de sí mismo–
Bufé y les di la espalda a Agus y a él. Evité también la mirada de Euge y me dispuse a ignorarlos para concentrarme en mi trabajo. Las chicas que esperaban a ser atendidas me miraron perplejas. Las reconocí como el grupito de fans de Peter que acudía cada fin de semana y no le quitaba los ojos de encima. Seguro que me acababa de ganar un puñado de enemigas. Peter regresó junto al portátil.
Lali:No soy su novia –les dije en un gruñido–
Ni siquiera sabía por qué les estaba dando explicaciones
Xxx:Mejor –exclamó una con alegría, y fue la gota que colmó el vaso–
Tenía que salir de allí o acabaría gritándole a aquella chica o poniéndome en evidencia.
Lali:Agus, necesito unos minutos –señalé la puerta–
Agus:No se comportaría como un tarado si no gustara de vos, Lali –afirmó él, conciliador, aunque los exabruptos de Peter tampoco le gustaban lo más mínimo– Te lo dice alguien que ha hecho muchas pavadas por amor
Negué con efusividad.
Lali:Terminará por volverme loca. No soporto la montaña rusa de sus emociones
Agus:Que yo sepa, nunca ha estado tan pillado por nadie –contestó, acercándose a mí para que nadie más que yo pudiera oírle– No sabe cómo hacer frente a eso. Ten paciencia, La
Lo miré como si me hubiera dicho que la Tierra era plana. ¿De dónde se sacaba Agus que Peter nunca había tenido esa clase de sentimientos por nadie? ¿Y la chica que había fallecido? ¿Y cómo sabía él que estaba tan pillado por mí?
Lali:¿De qué hablas? –lo interrogué, ignorando las protestas de las clientas que me reclamaban para que terminara de atenderlas–
Agus:Solo es un consejo. Deberías hablar con él
Lali:Eso es más fácil de decir que de hacer –me quejé– Voy a salir a tomar el aire
Mi jefe me dejó ir después de dedicarme una mirada de comprensión y una de sus espectaculares sonrisas. Cande tenía suerte de tenerlo a su lado. Parecía un tío de lo más coherente y centrado.
Me entretuve charlando con Tony, que se aburría apoyado contra la fachada del edificio. En un principio me había parecido una exageración que un local de las características del Marlon contara con portero, pero vista la cantidad de problemas que traía consigo el hecho de que los camareros bailásemos sobre la barra, resultaba todo un acierto contar con él.
Paseé calle arriba y abajo para despejarme y de paso hacer frente a la brisa fresca que se había levantado. ¿Qué quería Peter de mí? Y aún más complicado, ¿qué esperaba yo de él? Había venido hasta a Argentina huyendo de una relación y sin ninguna intención de meterme en otra. Y aquí estaba, devanándome los sesos por un tío que si no era bipolar estaba bastante cerca de serlo. Casi parecía una broma del destino. Enfilé la calle y volví sobre mis pasos. A pocos metros del bar vi que Peter salía del local y miraba a ambos lados. Cuando me vio se lanzó a la carrera en mi dirección como si le fuera la vida en ello. Me preparé para lo peor. Cualquier cosa viniendo de él…
Me parece que van a tener que esperar para saber lo de la apuesta de Lali y Euge y de lo que pasará luego de cerrar el bar JAJAJAJAJA besos chiicaas! ❤
19° ENAMORADA DEL CHICO "MALO" ❤
CAPITULO 19: 2/3
Xxx:¿Lista? –preguntó Euge–
Ignoré el tono burlón de su voz. Durante el resto de la tarde había insistido en conocer la identidad de mi misterioso ligue. Yo no había hecho otra cosa que reírme. Puede que estuviera disfrutando más de lo que debiera. Peter me envió un mensaje a las siete, informándome de que no pasaría por casa e iría directo al bar. No había nada que delatara cómo iba a reaccionar, pero medio minuto más tarde mi móvil volvió a vibrar.
Peter:¿Sigue en pie nuestra cita?
Le contesté con un simple: Sí.
Encaraba mi reencuentro con él con una mezcla de ansiedad y felicidad. Estaba emocionada, no pensaba negarlo. No recordaba haberme sentido así desde hacía mucho tiempo. Ni siquiera las últimas reconciliaciones con Benjamín tenían el dulce sabor del que disfrutaba en ese momento.
Le enseñé la lengua a mi compañera de piso de manera infantil, aunque ella correspondió al gesto con una carcajada.
Lali:Enseguida acabo
Me había enfundado unos pantalones oscuros y un corsé negro y blanco, regalo de Tefy que no había querido estrenar aún porque me resultaba algo excesivo. Tenía una talla de sujetador que me permitía rellenarlo sin parecer vulgar, pero incluso así sabía que iba a llamar la atención. Me maquillé con discreción y me eché unas gotitas de Valentina tras las orejas y en las muñecas. Había cambiado mi perfume de toda la vida meses atrás en un intento por desvincularme de todo lo que me recordara a mi ex, y aunque era bastante especial en cuanto a los olores, una vez que había descubierto este no dudé en convertirlo en mi favorito. Y eso que no era nada barato.
Lali:Lista –anuncié al entrar en el salón–
Euge me examinó con atención y negó con la cabeza, aunque a sus labios asomaba una sonrisa pícara.
Euge:Vas a ponérselo difícil, ¿eh? –me reprendió de forma cariñosa– Lo tiene merecido por tarado
Lali:Eres peor que yo –reí–
Euge:¿Tu ligue irá esta noche?
Estuve a punto de dar marcha atrás y contárselo todo, pero me contuve. Mi amiga llevaba bastante bien el hecho de creer que Peter se pondría hecho una furia en cuanto me viera. No sabía si esperaba que me arrepintiera al ver a su primo cabreado o bien creía que se merecía una lección. Seguramente ambas cosas.
Lali:Puede –contesté evasiva–
Euge:Ok, le diré a Tony que esté atento. Que sepas que estás jugando con fuego, pero tranquila, estaré ahí para decirte «Te lo dije», y ganar nuestra apuesta, por supuesto
Lali:Ya veremos, Eu –abrí la puerta y ella salió pavoneándose– Puede que Peter te sorprenda –se metió en el ascensor mientras yo cerraba con llave– Puede que me sorprenda incluso a mí –comenté para mí misma–
Llegamos tarde gracias a mi afán por arreglarme más de lo previsto. Mi amiga creía que lo hacía porque esperaba que mi chico misterioso apareciera en algún momento de la noche y yo no hice nada por sacarla de su error. Para cuando atravesé la entrada del Marlon —sola, porque Euge se quedó regazada cuchicheando con el portero— ya había gente pidiendo copas y desperdigada entre las mesas.
Nerviosa, descendí hasta la mitad de las escaleras sin apartar la vista del suelo. No había pensado en cómo iba a saludar a Peter. ¿Un beso? ¿Un pico? Ni siquiera estaba muy segura de que la noche pasada nos hubiera convertido en algo. Pero lo que sí sabía era que no iba a salir corriendo.
¿Me estaba volviendo tímida de repente? Sacudí la cabeza.
«Vive, vive, vive», el eco de las palabras de Euge resonó en mi mente. Y fue el impulso que necesité para alzar la cabeza y buscar a Peter tras la barra.
Mis ojos dieron con él. Se inclinaba sobre su portátil de espaldas a mí, por lo que no se había percatado de mi presencia. Agus, en cambio, me dedicó un sonrisa a modo de saludo. Pasé de largo, retrasando lo inevitable, y bajé al sótano para dejar el bolso y la chaqueta en el despacho.
Respiré hondo y me armé de valor, pero antes de darme la vuelta ya tenía a Peter pegado a mi espalda. Colocó un brazo a cada lado de mi cuerpo y me acorraló contra la mesa, impidiendo que me girase. Su aliento me acarició la nuca.
Peter:No sé si podré esperar a que nos comamos la pizza –me dijo, y sus labios rozaron mi cuello– En realidad, estoy a punto de subir arriba y echar a todo el mundo del bar
Solté una carcajada.
Lali:No creo que Agus te lo permita –le contesté, satisfecha por su visceral reacción–
Peter:A la mierda Agus
Me alzó y me sentó sobre el escritorio. Tenía esa mirada turbulenta en los ojos y una sonrisa condenadamente sexy, la cual bautizé como La sonrisa compradora. Con la mano sobre mi nuca, me atrajo hacia él y me dio un beso largo y profundo. Las mariposas de mi estómago se transformaron en dragones. No nos separamos hasta que nos vimos obligados a respirar.
Peter:Estás preciosa y tenés un perfume demasiado rico, L –dijo, aún contra mi boca– Dudo tener el control necesario para no cargarte sobre mi hombro y sacarte del bar antes de que acabe la noche.ñ
Lali:¡No serías capaz! –me reí, y él enarcó las cejas, y me quedó claro que no bromeaba– Sí, sí lo eres. Tenemos que trabajar
Ladeó la cabeza y su mano ascendió por mi estómago hasta al alcanzar la puntilla que remataba mi escote. Me mordí el labio inferior. Peter sabía cómo ponerme a mil, daba igual la situación en la que nos encontráramos. Destilaba ese erotismo innato que solo poseen unos cuantos tíos. Cualquier cosa en sus labios sabía a sexo.
Peter:Lo único en lo que voy a pensar durante toda la noche va a ser en
desatar las tiras de este corsé –admitió, mientras jugueteaba con los cordones– Yo, y todos los boludos de este local
El tinte celoso de sus palabras consiguió que sonriese. Lo normal hubiera sido que huyera de ese tipo de demostraciones posesivas, pero mentiría si dijera que no sentí que había ganado una pequeña batalla.
Lali:¿Inseguro? El gran Peter está celoso… –me miró, puse las manos sobre el escritorio y me incliné hacia atrás–
Peter:Para nada, L –contestó él– Cuando acabe la noche y ellos se marchen solos a casa, seré yo el que te desnude y te lo haga sobre una de esas mesas
Dicho lo cual se dio media vuelta y abandonó el despacho, dejándome
sola y, para qué negarlo, con un calentón de narices.
Me costó un par de minutos recobrar la compostura y que mi respiración volviera a la normalidad. Euge me encontró sentada aún en la mesa y con la mirada perdida en el infinito. Lo que no sabía era que yo me estaba imaginando lo que sucedería al final de mi jornada laboral.
Euge:Tenés una cara de tarada muy importante –me dijo en cuanto traspasó la puerta–
Parpadeé varias veces y la escena de minuetos que llenaba mi mente se esfumó. Me puse en pie y me alisé la ropa. Mi amiga no perdía detalle de mis movimientos.
Euge:¿Qué pasa? Ya te cruzaste con Peter ¿no? –dejó el bolso sobre la silla y sonrió con malicia— ¿Te gané la apuesta?
Lali:No, de eso nada. La apuesta sigue en pie
Subimos juntas las escaleras. Euge fue directa hacia la barra y yo la seguí, haciéndome la remolona. Un tío se interpuso en mi camino, cortándome el paso.
Xxx:¿Puedo invitarte a una copa?
La propuesta me pilló tan desprevenida que no pude evitar sonreír. Eso era Malo. Si un tío te invita a tomar algo y le sonríes, suele creer que tiene algo que hacer contigo. Lo más probable es que, si consigue que accedas, esté ya comprobando que lleva condones en la cartera. Y aunque el chico no estaba nada mal, rubio de ojos claros y con una bonita sonrisa, yo tenía un plan más interesante para el final de la velada.
Lali:Lo siento, trabajo aquí
Xxx:Mmm.. no sos Argentina
Lali:Soy española
Xxx:Entonces hoy serás vos nuestra mesera –dijo devolviéndome la sonrisa y tirando del brazo del tipo que estaba a su lado para atraer su atención– Trabaja acá
Mientras que él parecía simpático, a pesar de su poco sutil abordaje, el amigo era el típico baboso de bar. Me dio un repaso de arriba abajo que consiguió que me sintiera desnuda, y a sus labios asomó una sonrisa pícara. Me dieron ganas de ir a por una botella de agua fría y derramarla dentro de sus pantalones.
Xxx2:¿Qué tal si nos traes dos fernet con coca-cola, preciosa? –también arrastraba las palabras, lo cual era síntoma de que ya se había tragado una buena dosis de alcohol–
Lali:Puedes ir a la barra a buscarlos tú mismo
Me despedí del chico amable con un gesto y me di media vuelta, pero él me agarró de la mano.
Xxx:No le hagas caso, es un pendejo y un boludo –me susurró, acercándose a mí más de lo necesario–
Retrocedí un paso y miré la mano que mantenía entre las suyas. Me soltó
de inmediato.
Xxx:Iremos a por las copas –le oí decir, aunque yo ya estaba de camino a la barra—
Crucé una mirada con Agus, que debía haber observado lo sucedido, y vino hasta mí cuando me disponía a atender al primer cliente de la noche.
Agus:Si ese par de tarados vuelve a molestarte me lo decís. Tony estará encantado de patearles el culo
Lali:Puedo manejarlo –contesté, aunque agradecía el gesto–
Cuando Agus regresó al trabajo miré en dirección a la esquina reservada a Peter, pero no estaba allí. Barrí con la mirada el resto del local. Euge danzaba entre las mesas recogiendo vasos vacíos y a David no lo encontré por ninguna parte, supuse que llegaría tarde, como siempre. Ni rastro de Peter.
Una chica me pidió dos cervezas y se las serví. Puse el dinero en la caja y me giré de nuevo para ver las caras de la gente que empezaba a llenar el bar. Tras unos clientes más, aparecieron ante mí los dos tíos de antes. Se me escapó un suspiro de resignación.
Lali:¿Qué les pongo? –reprimí una carcajada en cuanto me di cuenta de que el baboso llevaba la camisa empapada–
La canción que estaba sonando terminó y me volví en un acto reflejo para comprobar si Peter ya había acudido a su sitio. En cuanto mis ojos dieron con él me dedicó un guiño. Fruncí el ceño y él señaló en mi dirección, conteniendo la risa.
Xxx:¿Te importa dejarnos algunas servilletas? Un idiota le ha derramado
la bebida encima
No me llevó más de un segundo comprender quién era el idiota. Traté de
no reírme. Al menos no le había partido la cara.
Lali:Sí, claro
Le tendí varias aunque dudaba de que pudiera arreglar el problema de
su ropa con ellas. Emanaba un fuerte olor a whisky. Jota debía de haber llenado el vaso solo con alcohol, y aquel desgraciado no iba a poder deshacerse de ese olor hasta que se metiera bajo la ducha.
El tipo se frotó con el papel sin dejar de soltar tacos. Cuando se dio cuenta de que era inútil se rindió y se marchó en dirección al baño.
Xxx:Al fin solos. Me llamo Benjamín, para vos Benja –juro que me dieron arcadas–
¿Puedo saber cuál es tu nombre?
Valoré la posibilidad de imitar a Peter y tirarle por encima una cerveza, pero me contuve. Tampoco es que él tuviera la culpa de tener el mismo maldito nombre que mi ex .
¿Que pasara a la hora de cerrar el bar? ¿Cual sera la apuesta entre Euge y Lali? Si quieren saberlo dejen comentarios! ❤
PD:AMÉ esta parte:
Lali:¿Inseguro? El gran Peter está celoso… –me miró, puse las manos sobre el escritorio y me incliné hacia atrás–
Peter:Para nada, L –contestó él– Cuando acabe la noche y ellos se marchen solos a casa, seré yo el que te desnude y te lo haga sobre una de esas mesas
18° ENAMORADA DEL CHICO "MALO" ❤
CAPITULO 18: 1/3
Desperté con una sonrisa en los labios y con los recuerdos de la noche anterior flotando tras mis párpados. Me dolía todo el cuerpo, partes de él que nunca pensé que pudieran dolerme. Pero incluso así la sensación de pesadez resultaba agradable. Me recordaba lo sucedido, los besos de Peter, sus caricias, las palabras que me había susurrado mientras hacíamos el amor e incluso el sonido de su risa, tan sincera y entregada que parecía pertenecer a otra persona.
Giré la cabeza y ahí estaba él, boca abajo y con el rostro vuelto hacia mí. Las persianas estaban bajadas casi por completo, pero había luz suficiente para que la curva de sus labios reclamara mi atención. Desvié la mirada de ellos, a pesar de que lo que más deseaba era inclinarme sobre su boca y volver a perderme en él. Su expresión era tan serena e inocente que merecía la pena renunciar a sus besos solo para tener la oportunidad de contemplarlo. Mis ojos dibujaron su figura desnuda. La manta apenas le cubría la mitad del cuerpo. Una de sus piernas colgaba por el borde del colchón y, mientras que con un brazo agarraba la almohada, el otro se anclaba con firmeza a mi cintura. Respondí a aquella sensual estampa esbozando lo que debió de ser una sonrisa bastante bobalicona.
Lo había hecho. Había apartado a un lado mis miedos y recelos. No sabía qué era lo que nos empujaba con tanta fuerza a uno en brazos del otro. No tenía claro nada de lo que sentía por él, salvo que me atraía de forma indecente. Y sin embargo, era feliz.
Hubiera podido quedarme encerrada en
aquella habitación para siempre. Solté un risita y tiré de la manta hacia un lado. Su trasero quedó al aire. Definitivamente los vaqueros que solía usar, por muy bien que le quedaran, no hacían justicia a aquella parte de su anatomía.
Su mano se clavó en mi cadera y al instante siguiente me tenía contra su pecho. Sus ojos brillaban y en torno a ellos se formaron pequeñas arruguitas cuando sonrió.
Peter:¿No tuviste suficiente con lo de anoche? –sonó divertido y mucho más despejado de lo que podría esperarse–
Lali:¿Cuánto tiempo llevas despierto?
Peter:Lo suficiente como para captar tu interés por mi trasero –contestó, con un tinte pretencioso pero a la vez juguetón–aunque entiendo que hace unas horas no le prestaras mucha atención. Estabas demasiado concentrada en gemir
Lali:No gemía –protesté, y lo empujé con ambas manos, fingiendo estar indignada–
Solo conseguí que me apretara más contra él.
Peter:Oh, sí, sí que gemías. Todo el tiempo
Estaba radiante. Y no era solo que estuviera presumiendo ante mí del maratón de sexo con el que nos habíamos deleitado. De repente era como si la parte de él que siempre estaba entre las sombras resplandeciera en ciertos puntos. Peter alargó el cuello para llegar hasta mi oído.
Peter:Resultaba encantador –susurró, y la piel de la nuca se me erizó–
No tuve opción a replicar. Unas pisadas resonaron fuera y alguien entreabrió la puerta sin llamar. Me escondí tras Peter y me tapé con la manta hasta los ojos, rezando por que la oscuridad me diera refugio. No era que Euge no fuera a enterarse más tarde o más temprano, pero no estaba preparada para que me pillara desnuda en la cama de su primo.
Euge:Es más de mediodía, Peter. ¿Pensás salir en algún momento de la cama?
No me atreví a moverme.
Peter:En realidad, creo que me quedaré aquí todo el día
Oí la sonrisa escondida en su voz y me dieron ganas de pellizcarlo. Euge resopló. Era obvio que no se había dado cuenta de que estaba allí. Si así fuera estaría dando saltitos o gritando, o ambas cosas.
Euge:¿Sabes dónde está Lali? Su cama… bueno, está hecha. Debe de haber salido temprano
Capté el mensaje implícito en aquella afirmación. Euge no sabía si había pasado la noche fuera e intentaba abordar la cuestión con tacto frente a Peter.
Peter:Pasó la noche con alguien –le contestó él, y esta vez sí que le pellizqué el brazo– ¡Mierda! –se quejó–
Euge:¿Qué pasa?
Peter:Nada, es solo un calambre –mintió, pero su pecho temblaba conteniendo las carcajadas–
Iba a matarlo. Ahora mi amiga pensaría que me había enrollado con algún cliente del bar y tendría que contarle la verdad. Puede que eso fuera lo que buscaba.
Euge:¿Estás bien? –le preguntó preocupada–
Peter se tensó. No había previsto la respuesta de su prima al insinuar que yo me había liado con otro. Ella suspiró ante su silencio.
Euge:Sé cuánto gustás de ella, Peter. No tenes que fingir conmigo-
Peter:¿Podemos hablar luego? –preguntó algo inquieto–
A la vista de su cambio radical de actitud, él tampoco estaba listo para gritar a los cuatro vientos nuestra relación.
Euge:Esto no pasaría si no te comportaras como un tarado –prosiguió ella. Sonaba enfadada– Lali es una buena mina, pero has soltado todas tus mierdas sobre ella. Yo te hubiera dado una patada en el culo mucho antes
Peter:No sigas por ahí –le advirtió–
La advertencia no hizo caso en el ánimo de mi compañera de piso, que había adquirido un tono entre compungido y exasperado. Parecía como si no fuera la primera vez que discutían sobre su carácter.
Euge:Yo también la echo de menos, pero no podés seguir apartando a todo el mundo de vos…
Peter:Déjalo ya Eugenia. ¡Cerrá la puerta y andate!
Me encogí aún más bajo la colcha, debatiéndome entre seguir escondida o descubrir mi presencia, aunque no creía que esto último fuera lo que Peter
deseaba. Por suerte, escuché un portazo y unos pasos alejándose poco después por el pasillo.
Esperé sin moverme, consciente de que la reacción de Peter a lo sucedido podía hacer que mis miedos regresaran. Aunque había prometido comportarse, lo nuestro no había pasado de un comienzo tambaleante que podía acabar en un final prematuro en cualquier momento.
Peter Lo siento –me susurró, volviéndose hacia mí–
La arruga de su ceño había retornado y el verde de sus ojos se agitaba, turbulento y más oscuro que minutos antes. No obstante, la calidez de su boca sobre mis labios fue la misma cuando me dio un beso fugaz.
Peter:No quería que te descubriese acá –aquello me dolió, aunque yo misma me hubiera escondido como una cobarde– Pensé que querías decírselo vos misma
Mi enfado desapareció. Tendría que aprender a concederle el beneficio de la duda. Puede que fuera él el que debiera sentirse mal por mi forma de actuar. Era yo la que me había atrincherado bajo las mantas.
Lali:Puedo cederte ese placer si quieres –bromeé, enlazando mis brazos alrededor de su cuello y atrayéndolo hacia mí–
La sonrisa retornó a su cara. Con las palmas contra mis mejillas, fue depositando pequeños besos sobre mis labios. Introdujo una de sus piernas entre las mías.
Peter:Seguís desnuda –su mano se deslizó por mi costado hasta llegar a mi muslo. Enlacé la pierna en torno a su cadera–
Lali:Ajá
Sabía que en algún momento Peter y yo tendríamos que sentarnos a hablar. Pero estaba dispuesta a aplazarlo hasta que él estuviera preparado, siempre que mantuviera su promesa.
Peter:Yo también –dijo, y su boca se desplazó hasta mi cuello–
El mismo fuego que me había consumido la noche anterior cobró fuerza de nuevo. Me pregunté si las llamas no terminarían por arrasar mi interior, si era eso lo que me esperaba junto a él.
Peter se detuvo, como si percibiera cierta indecisión en mis movimientos. No se le podía negar que era observador. Retiró un mechón de pelo de mi frente y me miró a los ojos. Había tanto escondido tras aquellos ojos verdes. Por un momento sentí miedo de que si alguna vez alcanzaba su interior, fuera yo la que saliera corriendo en dirección contraria. Tampoco podía considerarme una persona demasiado estable.
Peter:Todo irá bien, La –aseguró. Me obligó a girarme y acomodó mi espalda contra su pecho– Dormí un poco más
Me dejé acunar por la firmeza de su abrazo. No sé quién de los dos se durmió primero, o si él llegó a hacerlo siquiera. Pero al despertarme estaba sola bajo las sábanas. No supe qué pensar de su desaparición hasta que mis ojos tropezaron con una nota que llevaba mi nombre. Peter la había dejado sobre la mesilla de noche, apoyada en su iPod. La abrí sin saber muy bien con qué me sorprendería en esta ocasión.
Vos y yo. Pizza después del trabajo.¿Tenemos una cita?
P.
Recuperé mi ropa del suelo, salí al pasillo y me escurrí en el interior de mi habitación. Cuando me aseguré de que estaba sola en casa me aventuré en dirección a la cocina. Eran las cuatro de la tarde y mi estómago rugía, reclamando algo de comida. Me preparé una ensalada y un sandwich a toda
prisa y me senté en una de las sillas. Ya había engullido gran parte de la ensalada cuando apareció Euge.
Llevaba puesta ropa deportiva. Supuse que habría salido a correr. Me escaneó de pies a cabeza antes de dirigirme la palabra. Pensé que daría algún tipo de rodeo para sonsacarme información acerca de con quién había pasado la noche, pero fue directa al grano.
Euge:¿Dónde dormiste?
Lali:Buenos días, Eu –contesté, solo por molestarla– ¿Quieres? -empujé la mitad del bocadillo en su dirección, pero negó con la cabeza-
Euge:Querrás decir buenas tardes
Hice un gesto con la mano, restando importancia a mi desfase horario, pinché con el tenedor un trozo de tomate y lo mastiqué con lentitud.
Lali:¿Y Peter? –pregunté fingiendo desinterés, aunque estaba deseando saber si volvería pronto–
Euge:No lo sé, estaba durmiendo cuando me fuí
No debía hacer mucho rato que se había marchado. Mi compañera de piso no era legendaria por su resistencia. Fue hasta la nevera y cogió una botella de agua, le dio un par de sorbos antes de volver a concentrarse en mí. Aproveché para hincarle el diente al sandwich.
Euge:Puede que tenga uno de sus días malos –dijo, apoyándose en la encimera–
Lali:¿Peter? –ella asintió y me dieron ganas de reírme– Estará bien
Euge:Te has acostado con otro pibe, Lali –soltó, incapaz de contenerse un minuto más–
A pesar de que me esperaba algún tipo de comentario al respecto casi me atraganté con un trozo de pan. Tosí varias veces. Euge me acercó el vaso del jugo que me había servido y había olvidado junto a la nevera.
Lali:No me he acostado con nadie… Bueno, sí, pero… ¿Por qué estás tan enojada?
Puso los ojos en blanco y vino a sentarse junto a mí.
Euge:Peter a veces es un boludo, pero es mi primo y lo quiero. Pensaba que vos y él…
Lali:¿Que él y yo qué?
Me sentí un poco mal por estar divirtiéndome a su costa. Pero todo el
mundo parecía tener algo que decir acerca de nuestra relación, y por algún motivo no quería tener que explicarles cada paso que dábamos. No quería sentirme evaluada. Esto era algo entre Peter y yo. Bastante difícil lo teníamos ya lidiando con nuestros propios miedos.
Euge:Solo digo que debe estar muy enojado
Lali:¿Quieres apostar?
Soltó una carcajada, muy segura de que la próxima vez que su primo y yo nos encontráramos asistiría a una de nuestras épicas batallas dialécticas. Bien, estaría encantada de ver qué cara ponía cuando se diera cuenta de lo equivocada que estaba.
No quiero ni pensar en lo que apostarán estas dos JAJAJA en la tarde les subo otro! Beesoos ❤
miércoles, 25 de marzo de 2015
17° ENAMORADA DEL CHICO "MALO" ❤
CAPITULO 17:
Agradecí que Eugenia ya se hubiera metido en la cama y no tener que sufrir sobre su escrutino, aunque eso nos hubiera dado una oportunidad para deshacernos del ambiente que se había apoderado de nosotros.
Era obvio que ninguno de los dos sabía muy bien en qué punto nos encontrábamos o cómo actuar a partir de ese momento. Y no parecía que Peter estuviera dispuesto a ser él el que retomara la charla. Yo simplemente estaba exhausta. Me dolían la cabeza y los pies, y mi mente se había convertido en un agujero negro que no permitía que escapara ningún pensamiento coherente.
La inercia llevó mis pies hasta mi dormitorio. Lancé el bolso sobre la silla y me giré para encontrarme con que él estaba justo detrás de mí. Intenté dar un paso atrás, pero me topé contra la cama.
Peter:Lo siento, L. Siento haber sido un tarado. No quería enojarme. Yo solo… –tomó aire y lo soltó, cerrando los ojos– Me comportaré, lo prometo.
Deslicé el dedo desde su frente hasta su mentón, pasando por su nariz, el lunar sexy que tenia y los labios. Me hubiera gustado que la arruga de su ceño desapareciera, pero todo lo que hizo al percibir mi caricia fue abrir los ojos para mirarme. Sus iris brillaban.
¿Cuánto estaba dispuesta a sufrir? ¿Cuántas veces tendríamos una discusión similar? Y lo más importante, ¿serviría de algo o solo conseguiríamos hacernos daño?
Lalu:No pasa nada, Peter. Somos amigos –dije, sintiéndome una completa cobarde–
Su expresión decepcionada me indicó que no era esa la respuesta que esperaba. Depositó un beso sobre mi sien y sus labios se demoraron contra mi piel varios segundos.
Peter:Buenas noches, L –susurró en mi oído, antes de marcharse y dejarme sola–
No me moví hasta que escuché cómo se cerraba la puerta de su habitación y la primera canción se filtró a través del tabique que nos separaba. Me senté en la cama mientras trataba de reconocer la letra. Declaration. Aguanté la respiración hasta que David Cook se lamentó por no valer lo suficiente.
¿Era eso lo que Peter pensaba? ¿Que no valía la pena?
Me deshice de los zapatos y me quité el vestido. Apenas un minuto más tarde ya estaba bajo la ducha, dejando que el rumor del agua apagara el sonido de la música e intentando no ceder a la tentación de irrumpir en la habitación de Peter. No funcionó.
Cerré el grifo y salté fuera de la ducha una vez que eliminé el jabón de mi cuerpo. Cacé al vuelo una camiseta y unas bragas y me las puse de camino a su dormitorio. Ni siquiera me detuve para llamar.
Peter estaba tendido sobre su cama y vestía aun menos ropa que yo. Tragué saliva ante la visión del dragón que asomaba bajo el elástico de sus calzoncillos. Se apoyó sobre el codo y me invitó a entrar con un gesto de cabeza. Avancé hasta quedarme parada en mitad de la habitación, la alfombra de pelo largo que la presidía me hizo cosquillas en los pies.
Peter:¿Necesitas algo? –me preguntó con cautela–
«A ti», exigió mi cuerpo.
Pero yo negué con la cabeza. Tiré del borde de mi camiseta hacia abajo, sintiéndome desnuda y estúpida por haber claudicado a mis temerarios impulsos. Peter alargó el brazo y detuvo la canción que sonaba, como si esperase mi siguiente movimiento para elegir una más adecuada a las circunstancias. El corazón me golpeaba las costillas con tanto ímpetu que estaba segura de que en cualquier momento se daría cuenta.
Peter:Vení acá –se apartó para hacerme un sitio y levantó un poco el edredón– Vas a coger una pulmonía
No necesité que me lo dijera dos veces. Me deslicé a su lado y Peter nos cubrió a ambos. Las sábanas estaban impregnadas de su aroma y cuando pasó los brazos alrededor de mi cuerpo, y la calidez que emanaba de él me rodeó, tuve que contener un gemido de satisfacción. Encajábamos de una forma tan perfecta que me obligué a no pensar, por una vez, en lo que podría suceder al minuto siguiente.
Peter toqueteó el Ipod y yo esperé, conteniendo el aliento. Descubrir que
contaba tantas cosas de sí mismo a través de la música y que nadie a su alrededor se daba cuenta me hizo sentir más cerca de él, aunque no sabía si eso me convertía en una especie de espía de sus sentimientos. Me pareció que tardaba más de lo habitual en dar con lo que buscaba o puede que ni siquiera supiera qué tema elegir. ¿Qué había entre nosotros? La atracciónera tan obvia que no tenía sentido negarla. Pero ¿todo acababa en lo físico o había algo más?
Me acomodé entre sus brazos, dispuesta a dejar que pasara lo que tuviera que pasar. Sin pensar. Solo vivir, tal y como había dicho Euge. Percibía cada uno de los músculos de su abdomen tensarse contra mi espalda mientras manipulaba el reproductor de música.
Peter:Dormite y descansá, L –murmuró, y apagó la luz–
Su cuerpo se relajó y yo permanecí en silencio, ansiando conocer la respuesta que ambos nos hacíamos, en forma de notas musicales. Tras varios minutos comprendí que él estaba tan perdido como yo. No habría confesiones esa noche.
Debería haber caído inconsciente sin problemas. El día había sido lo suficientemente largo y ajetreado para que así fuera, pero la cercanía de Peter no es que indujera al sueño. Cada centímetro de mi piel en contacto con él enviaba estímulos de forma continua a mi mente, ya excitada de por sí. Le tenía casi desnudo a mi espalda y habíamos jugueteado tanto con la idea de acostarnos juntos, que ahora era incapaz de pensar en otra cosa. Tuve que
asumir que me fastidiaba que él no estuviera intentando nada.
Lali:¿Peter?
Peter:¿Sí? –contestó él, sin rastro de somnolencia en la voz–
Lali:¿Qué pasará mañana? –lo interrogué, a pesar de haberme prometido no darle vueltas al asunto–
Peter:¿Qué queres que pase?
«Bien jugado», pensé para mí.
Lali:No lo sé
Él suspiró. Se tumbó de espaldas y me acomodó contra su pecho. Sin pensar en lo que hacía enrollé su pierna con las mías y Peter volvió a exhalar aire con lentitud. Perderme en él resultaba demasiado fácil.
Peter:Estoy al límite de mis fuerzas, L. No deberías empujarme más hacia el precipicio –la penumbra ocultaba su rostro, pero apostaría por que sonreía– Por si no te diste cuenta, hace semanas que trato de meterte en mi cama
Solté un carcajada. Él depositó un beso sobre mi frente y apoyó la mejilla sobre mi pelo.
Peter:Pero ahora vamos a dormir. No quiero que hagas nada de lo que vayas a arrepentirte por la mañana
Que estuviera conteniéndose me hizo desearlo todavía más.
Lali:Lo has conseguido –afirmé, decidida a vivir– Meterme en tu cama. ¿Y ahora qué?
Peter:Lali… –pronunció mi nombre en un murmullo ronco–
Dejé que mis dedos trazaran líneas imaginarias sobre su estómago y acaricié la zona tatuada de su cadera.
Peter:No comencés nada que no puedas terminar –me recordó él, con la respiración entrecortada–
Lali:¿Quién ha dicho que no quiera llegar hasta el final?
Al segundo siguiente lo tenía sobre mí. Me agarró las muñecas y las sujetó por encima de mi cabeza, manteniéndolas así con una de sus manos mientras se inclinaba para encender la lámpara de la mesilla de noche. Parpadeé varias veces, deslumbrada.
Peter:Dilo otra vez –exigió, con el verde de sus ojos clavado en mí– Decime que eso es lo que queres. Que lo deseas de verdad
Lali:¿Llegar hasta el final? –repetí, confusa por su vehemencia–
Peter:Cruzar esa línea conmigo –hizo una pausa y cerró los ojos un momento antes de volver a mirarme y continuar hablando, como si meditara lo que iba a decir– Me volves loco, L. No puedo sacarte de mi
cabeza, no puedo dejar de mirarte cuando estás en la misma habitación que yo, y cuando no estás lo único que ansío es ir a buscarte. He pasado el último mes luchando para no desearte porque tengo tanto miedo de que descubras que no soy merecedor de tu… De lo que sea que sientas por mí
Estaba aterrorizado, al igual que yo. Parte de los peros que albergaba en contra de esta relación habían desaparecido al escuchar su apasionada confesión. Pero no solo él tenía miedo de dejarse arrastrar por la intensa atracción que había entre nosotros.
Lali:¿Qué te parece si vamos poco a poco? –le propuse, aunque mi cuerpo me gritaba que me dejara llevar y no diera un paso atrás salvo para coger carrerilla–
Él me dedicó una sonrisa tan sugerente que dudé de lo que acaba de decir.
Peter:No sé si podré ir despacio contigo, L. Ya te lo dije, vos y yo juntos podríamos alcanzar muchos más grados que cualquier whisky.
Desplazó su boca a lo largo de mi brazo y se me olvidó incluso sobre qué estábamos discutiendo. Ascendió por mi cuello, calentando con sus besos mi piel, hasta llegar al hueco tras mi oreja. Mordisqueó el lóbulo y se me escapó un gemido. Peter soltó una risita.
Peter:No imaginas cuánto voy a disfrutar de esto –murmuró en mi oído– Pararé cuando me digas que lo haga. Tenes el poder para decidir hasta dónde queres que lleguemos
Como si yo fuera capaz de pensar en otra cosa que no fuera en él moviéndose dentro de mí.
Liberó mis muñecas y una de sus manos se coló bajo mi camiseta. Esta vez fue él el que jadeó al darse cuenta de que no llevaba sujetador. Envolví su cintura con las piernas y tiré de él, deseando fundirme en sus labios. Cuando nuestras lenguas se entrelazaron supe que me sería imposible echarme atrás. Su aroma me envolvía y sus besos se tornaban más y más exigentes. Hundí los dedos en su pelo y agarré varios mechones, obligándolo a separarse de mí.
Lali:Para –dije totalmente seria, tragándome la risa que amenazaba con
desbaratar la broma–
Su rostro palideció y, aunque tardó un momento en reaccionar, se sentó en el hueco del colchón que quedaba libre entre mis piernas. Aproveché para quitarme la camiseta. Entornó los ojos y negó con la cabeza, pero sus comisuras se elevaron.
Peter:¿Me estás poniendo a prueba? –preguntó–
Me tomó de los tobillos y me arrastró hasta que quedé sentada sobre su regazo. Conmigo encima, se puso en pie y cruzó la habitación hasta llegar a su escritorio. Apoyó mi cuerpo en el borde de la madera y abrió uno de los cajones. Dejó tres condones sobre la mesa y arqueó la cejas, en un gesto desafiante.
Peter:Si queres jugar, juguemos
Antes de que pudiera objetar nada se inclinó sobre mi pecho y capturó uno de mis pezones entre los labios. La frecuencia de mi pulso se duplicó y mi espalda se arqueó en un acto reflejo. Trazó círculos con la lengua alrededor de él y lo mordisqueó con deleite, hasta que mi respiración se convirtió en una serie de jadeos irregulares.
Peter:¿Queres que pare ahora? –gruñó, recostándome con delicadeza sobre la mesa–
Alzó mis caderas con una mano mientras que con la otra se deshacía de mis braguitas. Mientras lo hacía clavó su mirada en mí y no la apartó hasta que la prenda cayó al suelo. Entonces se concentró en mis piernas. Ascendió por ellas dejando a su paso un rastro de besos y pequeños mordiscos. Se tomó su tiempo, y para cuando alcanzó la parte interna de mis muslos yo ya temblaba de deseo.
Pasó al menos media hora más torturándome, acariciando y lamiendo
cada rincón de mi cuerpo. De vez en cuando se acercaba a mis labios y me daba un beso, largo y profundo, que me dejaba sin respiración. Pensé que terminaría por enloquecer.
Lali:Peter –farfullé, demasiado excitada para resistir aquel tormento ni un segundo más–
Peter:¿Queres que me detenga?
Lali:¿Queres que te mate? –dije un poco desesperada–
Peter:Tomaré eso como un no –sonrió, complacido, pero su pecho subía y bajaba a la misma velocidad que el mío–
Sus boxers fueron a hacer compañía a mi ropa interior y tomó uno de los preservativos. Se hundió en mí sin titubeos. Me aferré con las manos al borde de la madera y apreté los labios para no gritar.
Era mejor incluso de lo que había imaginado. Nuestros cuerpos encajaban en todos los sentidos, incluso en ese. Mi cabeza cayó hacia atrás y cerré los ojos. Con cada embestida, mis caderas salían al encuentro de las suyas en un bamboleo sensual y tan placentero que creí desfallecer cuando Peter se detuvo.
Peter:Voy a alargar esto todo lo que pueda, Lali, y cuando hayamos acabado comenzaré de nuevo. Y así hasta que amanezca porque ya será mañana y no tendrás que preguntarme qué va a ocurrir con nosotros. Esta noche serán todos los días y todas las noches a partir de ahora.
Se me encogió el corazón al oírle y comprendí que, para mí, no habría vuelta atrás después de esa declaración de intenciones.
Me tomó en brazos y me llevó hasta la cama. Volvimos a fundirnos en uno y el erótico baile se inició de nuevo. Peter aceleró el ritmo hasta que me estremecí bajo su cuerpo, murmurando su nombre y clavándole las uñas en la espalda. Cubrió de besos mi cara, sin dejar de moverse, y no tardó en derrumbarse a mi lado.
Rodó sobre la cama para alcanzar el iPod. En esta ocasión apenas tardó en comenzar a sonar una canción: Hanging by a moment, de Lifehouse. Me sorprendió tarareando la letra contra mis labios.
Peter:No cerrés los ojos –me rogó cuando entorné los párpados, abrumada por todo lo que dejaba entrever su elección– Todavía no he acabado contigo
Sonreí, agradecida por que le restara solemnidad al momento, y trepé hasta quedar a horcajadas sobre él. Ladeó la cabeza, como un niño travieso que fuera consciente de haberse salido con la suya.
Lali:Eres impredecible –afirmé. Me sentía más feliz de lo que lo había sido en mucho tiempo y mucho más libre, por extraño que resultara– Me gusta
Peter:Me alegra, porque aún no ha amanecido –repuso, divertido– Y pienso hacerte el amor hasta la hora del desayuno
Me reí de él. Pero eso no evitó que cumpliera su promesa.
Al final llegó el momento del rock Laliteer! hoy también le subo más temprano. ❤
PD:Me piden dos capítulos por días pero no creo que les cumpla esa petición! Habrá maratones y les subiré 2 capitulos alguna vez q otra, pero no siempre, besos.
martes, 24 de marzo de 2015
16° ENAMORADA DEL CHICO "MALO" ❤
CAPITULO 16:
Corrí para cruzar la calle, aunque los zapatos me rozaban y el vestido se me subió hasta el límite de lo indecente. Un coche pasó a pocos metros de mí, frenó en seco y dio marcha atrás. Bien, justo lo que necesitaba. Algún gracioso que quisiera terminar de convertir la noche en un fiasco total.
El cristal del conductor descendió y tras él apareció un tipo de treinta y pocos con pinta de haber arrasado las existencias de alcohol de la mitad de los bares de Argentina. Lucía una sonrisa bobalicona, bastante reveladora, y sus ojos apenas si atinaban a concentrarse en mí. Se rascó la perilla con tanta insistencia que me dieron ganas de vomitar.
Xxx:¿Te llevo, preciosa? –balbuceó, bastante más cerca de desmayarse que de un estado que lo capacitara para conducir un coche–
Continué caminando deprisa por la acera. Si lo ignoraba era bastante probable que desistiera y me dejara en paz.
Xxx:Vamos, nena –insistió– Pareces necesitar ayuda. Decime dónde vivís y te acerco hasta allá
¿De verdad aquel desgraciado esperaba que me subiera al coche? Lo único que me apetecía más que perderle de vista era quitarme los zapatos y lanzárselos. Con suerte uno le daría en la cabeza y lo dejaría inconsciente. Otro vehículo paró detrás. Al ver que avanzaba despacio para seguirme el paso lo adelantó por la derecha e hizo sonar el claxon.
Xxx:Dale, conseguirás provocar un accidente
Puse los ojos en blanco. Miré calle abajo, rezando para que apareciera un taxi, pero apenas circulaban vehículos por la zona y ninguno era uno de ellos. El borracho debió interpretar que me estaba planteando acompañarle, abrió la puerta y puso un pie sobre el asfalto. Me preparé para echar a correr de nuevo si sacaba la otra pierna del coche. Di un par de pasos atrás al ver su sonrisa desquiciada.
El ruido de metal doblándose me hizo levantar la vista. La moto de Peter, reposando sobre uno de sus laterales, pasó deslizándose por el asfalto y se estrelló un poco más adelante contra un contenedor de basura. Mi corazón dejó de latir al imaginar su cuerpo tendido en mitad de la carretera, cubierto de sangre, herido, o algo peor. Pero un segundo después Peter saltaba por encima del capó del coche, vivo e ileso, y con la expresión de un perro rabioso que hubiera encontrado al fin a alguien a quien morder.
El borracho lo observó de arriba abajo antes de salir por completo de su vehículo. Peter se encaró con él y lo metió de nuevo en el interior a base de empujones. Al conseguir su objetivo, cerró la puerta de una patada, abollando la carrocería.
Peter:¡Perdete! –le ordenó, y apoyó ambas manos en el marco de la ventanilla. Tenía los nudillos raspados y ensangrentados– Si volves a mirarla te mato
La amenaza parecía muy cierta, y juraría que Peter estaba deseando que el tipo abriera la boca para terminar de perder los estribos y tener así una excusa para golpearle.
El borracho debió de decidir que en su estado tenía mucho más que perder que el arreglo de una puerta y aceleró, dejándonos atrás. Peter se volvió hacia mí. No parecía contento.
Peter:¡Qué mierda haces! Te dije que te acompañaría a casa
Lali:No pensaba ir con ese tío a ningún lado –repliqué, alzando la voz tanto como él– No soy estúpida
Salió de la carretera para situarse frente a mí. Puse una mano sobre su pecho para evitar que se acercara más.
Peter:¡Podría haberte obligado! ¡Mierda, Mariana! ¡He saltado de la jodida moto en marcha!
El precario control que mantenía sobre mis emociones terminó de quebrarse. Si quería gritar, gritaríamos, y si lo que necesitaba era decir tacos, yo sabía tantos como él
Lali:¡Claro, que tonta he sido! –dije, con un tono que destilaba ironía– Tendría que haberme ido con el tío que se lía a patadas con las botellas y pasa de sonreírme a echarme de su lado en un parpadeo
Me puse de puntillas para que mis ojos quedaran a la misma altura que lo suyos.
Lali:No me apetece seguir jugando, Peter. Búscate a otra a la que machacar con tus estallidos emocionales
La ira que empañaba sus ojos se tornó en desesperación y el labio inferior le tembló. Apoyó su frente contra la mía, pillándome desprevenida, y mi desconcierto aumentó aún más cuando tiró de mí para eliminar el escaso espacio que nos separaba.
Peter:No quiero a otra –murmuró, y sus labios rozaron los míos– Y no es mi intención machacarte
Lali:Es lo que haces, Peter –le contesté, luchando por no rendirme al dulce reclamo de su boca– Te comportas como si desearas que fuéramos amigos, me preparas el desayuno y vas a buscarme a la salida de clase para que no tenga que volver en metro, y luego te enfadas por motivos que solo tú conoces y levantas muros a tu alrededor para dejarme fuera. Eso cuando
no te comportas como un psicótico…
Mi instinto me decía que escapara de allí antes de que nos dijéramos cosas que luego no pudiéramos olvidar. Que no anduviera de nuevo un camino que me había esforzado por evitar, o acabaría inmersa en otro círculo destructivo del que no creía que pudiera salir entera.
Peter:No quiero que me importes, L –confesó, al borde del llanto– No quiero desearte ni anhelar el sonido de tu voz ni tu presencia. No quiero necesitarte…
De toda la gente de esta ciudad, el destino había enlazado las vidas de dos personas cuyos corazones no eran más que pedazos. Sentí deseos de reírme.
Lali:No tienes que necesitarme. Solo déjame ser tu amiga, Peter. Déjame entrar
Acaricié su mejilla y el agarró mi mano para evitar que la retirara.
Peter:¿No has escuchado nada de lo que te
dije? No quiero hacer las cosas que hago, pero las hago. No puedo dejarte entrar porque me aterra que descubras que estoy roto por dentro, que faltan partes de mí que jamás podré recuperar porque están muertas. Muertas y enterradas.
Me martirizó la idea de que Peter hubiera amado con tanta intensidad a otra chica que su pérdida lo hubiera destrozado de esa manera. No dejaba de recordar a Euge, con los ojos llenos de lágrimas, revelándome que ese era el motivo de todo aquello. El problema no era que él estuviera roto, hubiera podido intentar lidiar con eso. Pero saber que siempre planearía sobre nosotros la sombra de ese amor convertía nuestros intentos en una falsa recreación que nunca colmaría del todo sus expectativas.
Un grupo de chicas nos contemplaban desde la acera de enfrente, murmurando entre ellas mientras no dejaban de observarnos. También había una señora asomada a uno de los balcones que quedaban justo por encima de nuestras cabezas. Y la moto de Peter continuaba empotrada contra el contenedor. Alguien terminaría por llamar a la policía, si no lo habían hecho ya.
Lali:Vayámonos a casa –le dije–
La noche ya había sido lo suficientemente emocionante para que acabásemos en la comisaría. No creía que Peter superara con éxito un control de alcoholemia. Tomé su mano y lo arrastré conmigo. Le costó un momento reaccionar. Esperaba que pudiéramos continuar con la conversación más tarde, aunque no tenía ni idea de a dónde nos llevaría.
Peter consiguió que la moto arrancara tras varios intentos, aunque la pintura de uno de los laterales estaba arañada y la chapa se había hundido en varias zonas. Creí que eso desataría su ira de nuevo, pero no dijo nada al respecto, a pesar de que la trataba como si fuera una extensión de su propio cuerpo.
Lali:¿Puedes conducir? –pregunté, preocupada no solo por las cervezas que
habíamos tomado sino por lo agotado que parecía–
Asintió en silencio, cediéndome su chaqueta para que no acabara por enseñar la ropa interior al subirme a la moto. Palpé con cuidado la herida de sus nudillos y torció el gesto, pero no la apartó. Se había raspado la piel.
Peter:No es nada –aseguró, mientras esperaba a que me pusiera el casco–
Le di vueltas a sus palabras durante todo el trayecto. Peter no quería necesitarme. Y en ese aspecto no nos diferenciábamos demasiado, porque yo misma luchaba por no anhelar algo más que una simple amistad.
Golpeé con la frente la espalda de Peter y maldije por lo bajo. ¿A quién quería engañar? La realidad era que, mientras yo era incapaz de penetrar en su interior, él ya había conseguido hundir la mano en mi pecho y hacerse con mi corazón.
Peter:¿Todo bien? –torció la cabeza para mirarme durante un instante–
«No, nada está bien».
Lali:Sí –dije, cuando sus ojos retornaron a la carretera, segura de que cualquier explicación que añadiera sonaría a mentira–
Apoyé la mejilla en su hombro, cerré los ojos y dejé que la brisa me enfriara la cara, deseando que el calor que desprendía Peter no me resultara tan reconfortante.
Hoy les subo más temprano chiicaas! Mañana vuelvo a subir.. besos!
PD:Cómo verán, la foto no tiene nada que ver con el capitulo! Pongo la foto que me guste a mí y no a algo similar con el capitulo! :) Así que NO se fíen por la foto que tenga cada capítulo.
lunes, 23 de marzo de 2015
15° ENAMORADA DEL CHICO "MALO" ❤
CAPITULO 15:
Xxx:Le han cogido cariño a lo de subirse a la barra, ¿no? –se rio Cande, al final de la noche–
Agus y ella habían reaparecido poco antes de cerrar. Según me había contado David, esa misma semana había sido su primer aniversario y Agus le había preparado una romántica velada para celebrarlo. Por eso se habían escabullido durante horas.
Agus:Me han comentado que Maxi se fue de acá bastante enojado. Tony dice que le vio tirar las llaves contra el coche y que se cargó el cristal –nos informó–
Lali:Se lo merecía –afirmé, contenta con el resultado de mi plan–
Lo mejor de todo era que Euge se había marchado con Nico hacía un momento. Iba a llevarla a casa
Agus:Un día me meteran en un lío con el dueño –dijo, aunque se le veía tan complacido como a mí– ¿Pueden cerrar ustedes?
David se puso la chaqueta y solo le faltó correr hacia la puerta para dejar claro que no iba a pringar de nuevo. Yo asentí. Imaginé que Cande y él estarían deseando terminar su noche juntos. Ya había acabado de hacer caja, así que recogió el dinero y me lanzó las llaves.
Agus:Te debo una –dijo abrazándose a Cande–
No podía decir que no albergara algo de envidia por la relación que mantenían. Les había visto discutir con tanta pasión como la que empleaban para besarse. Agus adoraba a Cande de una forma visceral y anteponía todo lo que tenía que ver con ella a sus propias necesidades. A ella le pasaba lo mismo. Y aun así chocaban continuamente, pero eso en vez de distanciarlos los unía más.
Coloqué la última tanda de vasos sucios en el lavavajillas, lo puse en marcha y me senté sobre uno de los frigoríficos a esperar a que hiciera su trabajo. Mis ojos tropezaron con Peter, que reponía las cervezas y refrescos con movimientos mecánicos. Como si hubiera notado que lo estaba observando, alzó la vista y sonrió. Había estado demasiado callado durante la última parte de la noche, e incluso tuve que admitir que había echado de menos sus comentarios sarcásticos y sus pullas. No conseguía acostumbrarme a sus idas y venidas. Me volvía loca no saber cómo se comportaría la siguiente vez que se acercara a mí.
Peter:¿Qué tal la experiencia de estar fuera de casa por ahora? –me preguntó, mientras seguía colocando las latas–
Lali:Bien, supongo. Es… diferente estar aquí, pero a la vez es igual
Peter:No parece que sea lo que esperabas –respondió, alzando las cejas para animarme a continuar–
No sabía muy bien lo que esperaba, o tal vez sí. Un cambio radical, algo milagroso quizás. Pero debería haber sabido que no se puede huir de lo que eres, y que si quieres que las cosas sean distintas, tienes que empezar por cambiar tu forma de verlas y enfrentarte a ellas.
Terminó lo que estaba haciendo y vino a sentarse a mi lado. Pero antes de acomodarse, se levantó y fue hasta el ordenador portátil. Eligió una canción y, Stranger, de Secondhand Serenade inundó el local, dándome la oportunidad perfecta para cambiar de tema.
Lali:Te gusta mucho este grupo, ¿no? –pregunté, antes de darme cuenta de
que se suponía que yo no debería estar al tanto de lo que él escuchaba en su dormitorio–
Peter:No está mal, pero mi preferido es The Rasmus –admitió, y ladeó la cabeza para mirarme– Este tiene buenas letras
Presté atención al estribillo y el pulso se me aceleró al oír al cantante repetir How beatiful you are una y otra vez.
Con Peter todo tenía al menos dos lecturas. A pesar de parecer tan impulsivo me daba la sensación de que no hacía nada sin meditarlo antes, y que elegía con extremo cuidado las palabras que salían por su boca. Apreté los dedos contra el aluminio del refrigerador con tanta fuerza que los nudillos se me pusieron blancos. Cuando creía que explotaría y me lanzaría sobre su boca él me pasó una cerveza helada. La acepté y me bebí la mitad sin respirar. Tenía serías dudas sobre mi capacidad para seguir manteniendo mi pose de indiferencia en lo referente a Peter. No solo porque cuando lo tenía cerca todo en lo que podía pensar era en sus labios deslizándose por mi piel, sino porque empezaba a creer que compararlo con Benjamín solo había sido una excusa para mantenerlo alejado de mí.
Tenía miedo, más incluso del que había sido capaz de admitir delante de Euge. Miedo de lo que pudiera pasar entre nosotros, de los sentimientos que Peter pudiera desencadenar en mí y, sobre todo, miedo de volver a repetir los errores del pasado. Sin embargo, me sentía cómoda a su lado.
Lo único que hacíamos era compartir una cerveza sentados sobre un refrigerador en un bar de copas, mientras de fondo sonaba la música que él había elegido expresamente para ese momento de nuestras vidas. No deseaba estar en ningún otro lugar.
Peter:¿Tenes hambre? –dobló la rodilla y apoyó el pie sobre el aluminio–
Su costado hizo presión contra el mío.
Estaba más relajado de lo que lo había visto nunca, como si no necesitara más que una buena canción y la soledad para ser feliz. Puede que fuera así, aunque quería pensar que mi compañía también sumaba puntos a su extraña definición de felicidad.
Lali:Un poco –admití–
Él se puso en pie de un salto y fue en busca de su móvil.
Lali:Pero a estas horas no creo que encontremos nada abierto
Esbozó una sonrisa al más puro estilo: tranquila, nena, lo tengo todo controlado.
Peter:¿Qué tal una pizza? –sugirió, poniéndose el teléfono ya en la oreja–
La idea me hizo salivar. Emití un gemido de satisfacción al pensar en la esponjosa masa y el queso gratinado. Mi estómago rugió de forma audible y Peter soltó un risita mientras se alejaba para realizar el pedido.
Para cuando un chico de no más de dieciséis años golpeó la verja metálica del bar, yo ya había preparado una de las mesas para nuestra cena. Continuamos bebiendo cerveza, a pesar de que yo ya empezaba a notar los efectos del alcohol, y dimos buena cuenta de la pizza familiar hawaiana que Peter había encargado sabiendo que era la que yo siempre pedía.
Mientras comíamos charlamos de temas intrascendentes. Confesó que desde que trabajaba en el Marlon había sobornado a los pizzeros de un establecimiento que había a dos manzanas para que le trajeran la comida hasta el local, porque casi siempre era él el que se quedaba a cerrar, y en realidad no tenían servicio a domicilio. Pero les daba buenas propinas y los chicos nunca protestaban por el paseo. Hablamos de la facultad, de algunos profesores, de las ventajas de desplazarse en moto en una ciudad como Argentina e incluso de si yo echaba de menos mi casa.
Peter:¿Qué vas a hacer cuando termine tu beca? –me interrogó con naturalidad–
Busqué en sus ojos alguna señal de que le preocuparan las posibles respuestas. Ambos sabíamos que estaba allí de paso. A final de curso empaquetaría de nuevo mi vida en unas cuantas cajas y dos maletas y me marcharía por donde había venido. Solo esperaba que junto con el equipaje tuviera algunos buenos recuerdos que llevarme conmigo. Aunque, pensándolo bien, ya había atesorado unos cuantos, incluido ese.
Su expresión no dejaba entrever qué esperaba oír. Quizá fuera yo, de los dos, la que tuviera más interés en dar con la respuesta correcta. La verdad era que no tenía ni idea.
Lali:Volver a casa, supongo –comenté, encogiéndome de hombros, tratando de no darle importancia– Si apruebo las dos troncales y cuatro asignaturas optativas tendré suficientes créditos para licenciarme. Es pan comido
Él le dio un sorbo a su cerveza, aunque estaba prácticamente vacía, y miró alrededor, a todos lados menos a mí. Su inquietud resultó adorable. Nos quedaba aún un largo curso por delante, pero parecía que él ya valoraba lo que sucedería cuando sonase el timbre de la última clase.
Permanecimos varios minutos en silencio, acunados por el ritmo lento de la música. Del exterior no llegaba sonido alguno y, bajo la luz tenue de los focos que había dejado encendidos, el lugar se había convertido en algo casi mágico. Hubiera dado cualquier cosa por que Peter me dedicara una de sus sonrisas torcidas justo en ese momento.
Peter:Entonces tendré que emplearme a fondo –repuso y, como si pudiera leer en mí, las comisuras de su boca se elevaron–Tiene mucho que ver que decidas dejarme… dejarnos, marcharte… quiero decir… –balbuceó. Se pasó la mano por la nuca y amagó con beber de nuevo de la botella, hasta que se percató de que estaba vacía–
Me mordí el labio para esconder la sonrisa, lo que atrajo su atención sobre mi boca. Se puso en pie tan de repente que se golpeó la rodilla contra la mesa. Las cervezas cayeron tintineando al suelo y yo solté una carcajada, incapaz de reprimirla por más tiempo.
Lali:Juan Pedro –lo llamé–
No sé muy bien por qué elegí ese momento para darle a conocer que sabía su nombre real. Puede que se debiera a la satisfacción de haber conseguido eliminar una de las múltiples capas con las que se protegía del resto del mundo, y eso alentara a la parte de mí que se moría por invadir su intimidad de la misma manera en la que él transgredía mis defensas una y otra vez. Pero el resultado no podía haber sido más perturbador.
Peter:No me llames así –me contestó, y su voz retumbó en las paredes– No vuelvas a llamarme así jamás
Recogió los restos de la pizza sin tan siquiera mirarme, mientras yo apenas si me atrevía a respirar. Sus rasgos se habían endurecido. Tenía los músculos de la mandíbula apretados y una mueca de desprecio en la cara que nada tenía que ver con su aspecto segundos antes. Su transformación fue completa cuando se metió tras la barra y lanzó la caja que llevaba en la mano contra uno de los estantes con botellas. La mayoría se estrellaron contra las baldosas, rompiéndose en miles de pedazos. Suspiré.
Mi relación con él era como una carrera de obstáculos que nunca podría completar. Daba un paso adelante y retrocedíamos dos de forma inevitable.
Peter:¡Mierda! –exclamó, y se lio a patadas con los pocos envases que habían salido indemnes de la caída–
Lali:Peter –volví a llamarle, esta vez empleando su apodo– ¡Peter! ¡Para
de una vez!
Pasé mis brazos alrededor de su torso. Su pecho subía y bajaba con rapidez, y los temblores sacudían cada palmo de su cuerpo.
Lali:No volveré a llamarte así –le aseguré, porque no sabía qué más podía decir–
Hubiera podido rogarle que no me echara de su lado y que no se encerrara de nuevo porque, aunque en demasiadas ocasiones se comportaba como un capullo, quería creer que era la forma más sencilla de fingir que no le importaba nadie. Pero no dije nada.
Peter:No, no lo harás –me apartó de él y tomó las llaves del local–
Lali:No podemos dejar esto así. Agus nos matará
No parecía que me estuviera escuchando. Empujó la verja y se quedó mirándome, aunque creo que en realidad no me veía.
Peter:Te acompaño a casa. Luego volveré para limpiarlo –dijo, sin disimular su impaciencia–
La brusquedad de su reacción consiguió lo que no había logrado su demostración de rabia. Cogí mi bolso y avancé a grandes zancadas hacia la puerta, enfadada conmigo misma por permitir que me afectara su actitud. Nuestros hombros chocaron cuando me deslicé al exterior.
Lali:No necesito que me hagas de canguro, gracias –le dije resentida–
Enfilé la calle y comencé a andar sin saber muy bien a dónde me dirigía. Me daba igual. Solo quería alejarme de él antes de ceder a la necesidad de gritarle. Sabía que mi comportamiento no mejoraba en nada la situación, pero no había razón para que aguantara sus salidas de tono. ¡Ni siquiera estábamos saliendo! Y los amigos no te miraban como si quisieran asesinarte; no de verdad, al menos. Éramos compañeros de piso y punto.
La puerta metálica del bar chirrió y oí a Peter maldecir a mi espalda. Aceleré el paso.
Peter:No podés irte sola –me chilló, con un tono de voz más conciliador–
Lali:Mira cómo lo hago –respondí a gritos, sin volverme–
Al diablo con sus latigazos emocionales. También yo podía jugar a aquel juego.
Uuhh! ¿Que hará Peter? ¿Irá tras de ella? Con lo bien que iban las cosas...!
PD:Alazne Gamer.. gracias por el +1
viernes, 20 de marzo de 2015
14° ENAMORADA DEL CHICO "MALO" ❤
CAPITULO 14: 3/3
Cande se presentó en el bar cuando ya llevábamos un rato abiertos al público, lo que hizo que Agus desapareciera de la barra. El local estaba a rebosar y no parábamos de servir bebidas. Peter protestó en cuanto lo vio escaquearse de su puesto. Le puse un par de cervezas a un tío y este me tendió un billete de veinte de pesos, aquí eran pesos y no euros. Al ir a cogerlo retiró la mano. Le dediqué una sonrisa falsa, porque no había dejado de mirarme las tetas mientras lo atendía, y esperé a que se decidiera a darme el dinero. Él se apoyó sobre el mostrador y yo me obligué a no dar un paso atrás.
Xxx:Te he visto. Bailas muy bien
Lali:Gracias –me limité a contestar–
Xxx:¿Qué tal si luego me dedicás uno de esos bailecitos zarpados en mi casa? –preguntó sin el más mínimo reparo. Estaba tan borracho que, si prendía una cerilla frente a su boca, se convertiría en un lanzallamas humano–
Lali:Creo que voy a pasar
Xxx:Vamos, preciosa –insistió, y alargó la mano para alcanzar la mía–
Peter se colocó a mi lado antes de que pudiera quitármelo de encima.
Peter:¿Qué tal si la soltás y ponés tu culo fuera de mi vista?
Apartó la mano del tipo y se inclinó sobre la barra, preparado para saltar al primer indicio de provocación.
Peter:Porque yo sí estaría encantado de dedicarte un baile privado y no estoy seguro de que pudieras volver a casa por tu propio pie después de él
El aludido levantó los brazos en gesto de rendición y esbozó una sonrisa estúpida. Yo solo rezaba por que no dijera algo aún más estúpido. Peter permaneció frente a él, con los puños cerrados a los costados. Le estaba costando serios esfuerzos no partirle la cara de un puñetazo, incluso yo podía darme cuenta. Ignoré al borracho y me colgué de su brazo.
Lali:No vale la pena, Peter
Peter:Oh, sí, sí que lo vale –replicó él, taladrando al tío con la mirada– Por vos cualquier cosa vale la pena, L
Se envaró en cuanto fue consciente de lo que había dicho, como si no hubiera pretendido poner voz a ese pensamiento. Me puse de puntillas y le di un beso en la comisura del labio para atraer su atención. Él se giró con rapidez. Objetivo conseguido. Sus puños se aflojaron y pasó un brazo en torno a mi cintura.
Lali:Gracias –murmuré, cohibida por la intensidad de su mirada–
Resultaba irónico que Eugw me acusara de aparcar mis emociones y en cambio Peter apenas lograra manejar las suyas. Su estado de ánimo era tan cambiante que nunca sabía cómo iba a reaccionar.
Peter:Si seguís apretándote contra mí con ese vestido que llevas terminaré por proponerte algo peor que ese imbécil. O mejor, según se mire –comentó, ladeando la cabeza como si pensara en ello–
Su intento de aligerar el ambiente surtió efecto. Le di un golpe en el pecho y deshice el abrazo.
Peter:Si vuelve, avisame. Estaré encantado de pagar mi frustración sexual con él –dijo, antes de regresar a su esquina de la barra–
Peter no tenía necesidad de reprimirse. Tenía un nutrido grupo de fans en el bar que babeaban por él y que no le quitaban ojo en toda la noche. Sin embargo, nunca le vi tontear con ninguna y mucho menos llevarse a una de ellas a casa. Solo de pensarlo me entraron náuseas. En cambio, conmigo no hacía más que tirar el anzuelo, aunque luego diera marcha atrás y bromeara como si solo se tratara de un juego. Y yo empezaba a desear cerrar los ojos y caer en sus redes.
Euge pasó junto a mí como una exhalación, abrió una nevera pequeña donde guardábamos los vasos de chupito para que estuvieran bien fríos y cogió dos. Se hizo con una botella de ron y volvió a la zona donde yo me encontraba.
Lali:Tenemos que servirlos, no bebérnoslos –le dije, cuando llenó los vasos y se bebió uno de un solo trago–
Euge:Bebe conmigo –me ordenó, poniéndome en la mano el otro vaso–
Me quedé mirándola sin entender a qué se debía su súbito interés por que ambas nos emborrachásemos en el trabajo, pero cogí el chupito y la imité. El alcohol me quemó la garganta y se me saltaron las lágrimas.
Lali:Al menos podrías haberlo rebajado con algo –dije, casi sin voz–
Euge:Maxi está aquí. Al fondo
Se tambaleó y tuvo que apoyarse en mí. Me pregunté cuánto hacía que su exnovio estaba en el local y si había empezado a beber desde el momento en que este había atravesado la puerta. Busqué a Maxi con la mirada y lo encontré apoyado en una de las mesas y acompañado de una rubia que se reía de forma exagerada. Podía verle los empastes desde donde estaba.
Lali:Pensaba que pasabas de él –comenté, e hice una mueca al contemplar cómo la chica se restregaba contra el costado del que fuera novio de Euge–
Mi amiga rellenó los vasitos de nuevo y se bebió el suyo antes de contestar. Acepté la bebida sin miramientos al ver a Maxi corresponder a las atenciones sobándole el culo con muy poca discreción. Al ritmo que iban se lo montarían sobre el billar en cualquier momento.
Euge:Y lo hago –dijo, aunque no muy convencida– Pero no me apetece ver cómo se revuelca con el gato con la que me puso los cuernos en mis narices
Así que era eso. A estas alturas, y si fuera Euge, era probable que yo ya estuviera arrastrando por los pelos a la rubita. Ella se limitaba a fulminarlos con la mirada.
Lali:¿Quieres que le diga a Tony que los eche?
Seguro que el portero del bar estaba más que encantado si le proponíamos algo de acción.
Negó con la cabeza y en sus ojos se reflejó la humillación con la que tantas veces me había topado en el espejo. Parecía a punto de romper a llorar.
Lo miré durante unos segundos. Los tíos como Maxi (o Benjamín) nunca se paraban a pensar en el daño que podían hacerles a los demás porque eran incapaces de preocuparse por nadie que no fueran ellos mismos.
Xxx:¡Eh, preciosa! –gritó alguien desde el otro extremo de la barra–
Me giré dispuesta a ladrar cualquier sandez, pero cerré la boca de inmediato. Euge debía tener un ángel de la guarda.
Lali:¿Quieres volver con Maxi? –interrogué a mi amiga. Me miró como si yo estuviera aún más borracha que ella. Lo tomé como una negativa– Bien, porque vamos a demostrarle que te importa de poco a nada a quién se esté tirando
Le hice un gesto con la cabeza para indicarle que el motero del culo espectacular con el que había tonteado el día de la fiesta no le quitaba el ojo de encima. A Euge se le iluminó el rostro en cuanto lo vio.
Euge:Un caño así no puede estar interesado en mí –se lamentó ella, y me dieron ganas de zarandearla–
Lali:¡Venga ya! Está coladito por ti. Eres tú la que no deja de decir que disfrute de la vida. Pensé que predicarías con el ejemplo
Se mordió el labio, indecisa.
Lali:¿Te gusta o no?
Euge;Lo ataría a mi cama hasta el final de los tiempos –respondió ella– Pero no me parece justo aprovecharme de él para poner en su sitio a Maxi
Lali:Vale –acepté con alegría, segura de que luego me mataría por lo que estaba a punto de hacer–
Fui hasta el motero, bajo la atenta mirada de mi amiga, y le conté una versión abreviada de la situación, tras asegurarme de que mi instinto no me engañaba y efectivamente le gustaba Euge. Nicolás, que era como se llamaba míster culo perfecto, resultó ser un chico encantador. No entré en detalles acerca de cómo había terminado la relación entre Euge y Maxi, y me agradó comprobar que fue él quien sugirió una singular forma de matar dos pájaros de un tiro: besar a Euge (algo que según confesó llevaba deseando desde hacía semanas) y darle una lección a Maxi. Me reí a carcajadas al entender lo que se proponía.
Euge se abalanzó sobre mí una vez que finalizó nuestra charla.
Euge:¿Qué le djiste? –me preguntó, mordiéndose las uñas. Paró en cuanto se dio cuenta de que Nico no dejaba de mirarla–
Lali:Es muy simpático –hice una pausa, consciente de que estaba tan nerviosa que incluso había olvidado que su ex seguía morreándose con su amiguita a pocos metros– Y me ha dicho que quiere que le sirvas tú
Enarqué las cejas y solté una risita. Definitivamente iba a matarme, pero
merecería la pena. La observé dirigirse hacia él. Nico se encaramó a la barra y yo no pude reprimir las carcajadas por más tiempo. Agarró a Euge de las manos y tiró de ella para colocarla frente a él. Yo silbé lo más fuerte que pude hasta conseguir que todas las cabezas se girasen en dirección a la pareja.
El motero tomó la cara de mi amiga entre las manos y le susurró algo al oído. Ella asintió. Fue un beso memorable, al menos estaba segura de que a Euge no se le olvidaría jamás. Los clientes aplaudieron y los vitorearon. Si Agus no nos despedía por esto, nos subiría el sueldo.
Busqué a Maxi entre las caras de diversión que contemplaban el espectáculo y lo encontré de brazos cruzados, con la vista clavada en ellos. Ya no parecía estar pasándoselo tan bien.
Último capítulo chicas! Apareció Nico y ya hubo besos, nos vemos el lunes! Espero comentarios y veo como les pareció los capítulos.. besos ❤
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13° ENAMORADA DEL CHICO "MALO" ❤
CAPITULO 13: 2/3
Las siguientes semanas las viví en una especie de calma tensa que amenazaba con desatar una tormenta en cualquier momento. Por un lado, la relación entre Peter y yo se volvió algo más cordial. Seguíamos con nuestras pequeñas disputas, aunque creo que ambos disfrutábamos de ellas. Pero además Peter me sorprendió en otras tantas ocasiones con detalles inesperados, que contradecían la idea de que lo que quiera que había pasado entre nosotros la noche de la fiesta motera se había diluido hasta desaparecer.
Una mañana después de salir de la ducha y vestirme, me dirigí a la cocina para preparar un café antes de ir a clase. Euge seguía durmiendo porque no tenía que ir a la facultad hasta segunda hora y de Peter no había ni rastro. No obstante, me encontré con un completo desayuno sobre la encimera. Había una bandeja con zumo de naranja, café recién hecho, un par de bollitos rellenos de chocolate (mis preferidos) y unas tostadas que todavía estaban calientes. A su lado descubrí un papel doblado por la mitad.
Como solés levantarte tarde y salís corriendo sin comer nada, he
pensado que hoy que tenes prácticas de Genética hasta tarde te vendría
bien algo más que un simple café.
P.
Un poco más abajo y en una caligrafía más apretada, como si lo hubiera añadido más tarde, había escrito: Eu, si sos vos la que lees esto: ¡aparta tus manos de los bollos! Son para L. Y sí, yo también te quiero, primita.
Mi vista fue de la nota a la bandeja de forma alternativa, mientras una sonrisa se extendía por mi cara. Una sonrisa tonta, una de esas que alcanzan las orejas y acaban con dolor de mandíbula cuando las sostienes durante mucho rato, que era exactamente lo que me estaba pasando a mí. Ese día empezaba con clases a las nueve de la mañana y no iba a abandonar la facultad hasta las ocho de la noche ya que, tal y como rezaba la nota de Peter, por la tarde cambiaba el aula por el laboratorio. El gesto me conmovió. No compartía esa asignatura con él, por lo que debía haber
consultado mis horarios para estar al tanto de mi maratoniana jornada.
La realidad era que no sabía muy bien a qué atenerme. Había días en los que apenas nos dirigíamos la palabra y otros en los que nos sentábamos juntos a comer y el almuerzo transcurría de forma tan agradable que nos veíamos obligados a salir corriendo para no llegar tarde a clase. Parecía que Peter me permitiera atravesar sus defensas para luego atrincherarse de nuevo tras una muralla aún más fortificada que la anterior. A veces lo pillaba observándome en silencio, e incluso en una aburrida tarde de domingo en la que nos sentamos a ver una película en el salón, junto con Euge, estoy segura de que no llegó a enterarse del todo del argumento de la misma.
Lo más complicado de la situación era que a mí se me aflojaban las rodillas cuando él me llevaba en moto a la universidad y me era imposible no quedarme mirando sus labios cuando me hablaba. No podía borrar de mi mente sus besos ni las caricias que había repartido por mi cuerpo aquella
noche. No sentía que estuviera disfrutando de la libertad que tanto había abanderado ante Euge, ni estaba actuando como deseaba. De nuevo había condicionado mis propios deseos a las circunstancias. No era yo. Estaba tan perdida como en mi vida anterior, dejando que el tiempo resbalara
entre mis dedos y un día me llevara al siguiente.
«¿Sensata o cobarde?», me pregunté por enésima vez, sin encontrar respuesta.
Euge y yo no volvimos a hablar de su pérdida. Ella no sacó el tema y yo no me atreví a hurgar más en una herida que parecía demasiado dolorosa.
Alguien llamó a la puerta del baño, arrancándome de golpe del estado catatónico en el que me había sumido. Era viernes y esa noche me tocaba trabajar. En algún momento había terminado de maquillarme y me había quedado mirándome al espejo, con la mente a miles de kilómetros de allí.
Xxx:¡Salí de una vez, Lali! –me gritó Euge desde el exterior– Ni que estuvieras rehabilitando la Capilla Sixtina
Terminé de pintarme los labios con un tono cereza que hacía siglos que no usaba y devolví la barra al interior del cajón que me habían asignado. Abrí y salí al pasillo de un salto, esperando encontrarme con Euge y reprocharle su insinuación de que mi cara necesitaba una restauración. Aunque la realidad fuera que me veía obligada a camuflar las ojeras, producto del inoportuno insomnio que sufría.
Me estampé contra el pecho de Peter. Iba sin camiseta pero tenía la piel caliente. Mis manos reposaban en mitad de su pecho y, aunque inicialmente percibí sus músculos tensarse, se repuso enseguida y en sus ojos asomó una mirada traviesa. Debía tener un buen día. Sus dedos se clavaron en mis caderas y eliminó el escaso espacio entre nuestros cuerpos.
Peter:Ya sabía yo que te morías por lanzarte en mis brazos, L. Tenemos tiempo para uno rapidito antes de ir a trabajar –comentó, con un tono de voz más ronco de lo normal, y mis pulsaciones se dispararon–
Lali:No tendría ni para empezar –dije, sin pensar en lo que decía–
Peter:Déjame que lo dude –contestó él–
Inclinó la cabeza y acarició con la nariz la curva de mi cuello, desde la clavícula hasta el hueco tras la oreja. Pasaron unos segundos hasta que murmuró en mi oído—: Cuando quieras te lo demuestro.
No estaba bromeando. Sus palabras sonaron tan desafiantes que por un momento pensé que iba a alzarme y llevarme hasta su cama. Y el pensamiento no hizo más que incrementar la excitación que me provocaba tenerlo tan cerca.
Por el rabillo del ojo vi a Euge asomarse desde el interior de su habitación. No creía que hubiera escuchado la última parte de nuestra conversación, pero podía imaginar que la escena era lo suficientemente reveladora para que dudara de si debía o no interrumpirla. Ordené a mis manos empujar a Peter para apartarlo de mí.
Lali:Tenemos que ir a trabajar
Peter:Suena demasiado a excusa, L –replicó él, reteniéndome contra su pecho– No deberías empezar nada que no estés dispuesta a acabar
El inocente juego había pasado a ser un intercambio de reproches en toda regla. Claro que no estaba del todo segura de quién tenía más munición para lanzar al otro.
Lali:No tiene gracia, Peter
Peter:¿Quién dijo que estoy bromeando?
No sabía si tenía más ganas de besarle o de abofetearlo. Euge lo llamó desde su dormitorio, alegando que necesitaba ayuda. Tendría que darle las gracias después.
Peter:Por cierto –añadió, después de soltarme para acudir junto a su prima
– estás preciosa
Me alisé la ropa que había elegido después de rondar mi armario media hora. No era partidaria de llevar falda cuando era consciente de que, si Agus se empeñaba en que debía subir a la barra, no podría negarme. Pero estaba harta de ir al bar con pantalón y las noches se volvían cada vez más frías, así que había optado por arrancarle la etiqueta a un vestido que me había comprado en un arrebato el fin de semana anterior. Era de un discreto tono negro, pero ceñía mis curvas, desde los hombros hasta la mitad de los muslos, con tanta suavidad que parecía hecho a medida para mí. Había recogido mi melena en un moño descuidado que dejaba algunos
mechones sueltos, y completado el atuendo con unos zapatos de tacón medio para no terminar con los pies destrozados.
Euge:La caja de arriba –le escuché decir–
A saber qué excusa se había inventado para reclamar la atención de su primo.
Euge:Sí, esa
Peter pasó por mi lado en dirección al salón mientras yo permanecía plantada ante la puerta del baño, luchando por recuperar el control de mis emociones. Euge apareció a mi lado y me metió a empujones en su dormitorio.
Euges:¿Qué hacés? –me preguntó en voz baja, a pesar de que había cerrado la puerta–
Lali:¿Que qué hago yo? ¿Qué hace él? –me defendí– ¡Me está acosando!
Euge:No me refiero a eso, Lali –contesté, agitando la mano frente a mi cara– Se mueren por meterse mano y ninguno de los dos es capaz de dar el primer paso, cualquiera que los vea juntos puede darse cuenta de eso. Es por vos. No sé cómo eras antes de venir a vivir a Argentina pero en las últimas semanas parece que te hubieran metido un palo por el culo.
Lali:Muchas gracias por el apunte, Eugenia –me crucé de brazos, a la defensiva– Te ha quedado muy gráfico
Ella resopló y se sentó en la cama, frotándose el puente de la nariz.
Euge:Venga ya. He hablado con Tefy. Vos no sos así –dijo–
Casi podía escuchar las protestas airadas de mi mejor amiga a través del teléfono.
Lali:No sé cómo soy
«Sensata. Cobarde». No había tomado una decisión.
Euge:Me da igual lo que hagas o no con Peter. Pero no dejes que sus problemas se vuelvan los tuyos o pasarás el curso amargada. Te pedí que fueras su amiga, no pretendía que asumieras que lo que le pasa es culpa tuya
Fue mi turno para resoplar.
Lali:No estoy amargada –repuse, aunque puede que Euge no andase tan desencaminada–
Euge:Lo que sea –se puso los zapatos y abrió la puerta, dando por terminada la reprimenda– Pero pensás demasiado
La seguí por el pasillo.
Lali:¿Qué sugieres? ¿Que me lie con él?
Euge:No, solo quiero que vivas, que no condiciones tu forma de actuar por un tipo
Su afirmación hizo que me detuviera. No sabía de qué habrían hablado Tefy y ella, pero ya fuera debido a su charla o a lo intuitiva que era Euge, había dado en el clavo. ¿Dónde habían quedado todos los propósitos con los que había iniciado mi aventura en tierras Argentinas?
Lali:Tienes razón –admití, rindiéndome, porque sabía que así era–
Había pasado de querer comerme el mundo y disfrutar al máximo la experiencia de estar lejos de mi vida anterior, a aceptar que los días pasaran sin pena ni gloria. El problema no era Peter, sino mi forma de enfrentarme a los obstáculos que encontraba en mi camino.
Euge:No me digas que no tengo… ¿Qué dijiste?
Lali:–me reí– Que tienes razón
Euge:Es para que me calle, ¿no? –repuso ella, y no pude evitar sonreír– Me estoy metiendo donde no me llaman…
La abracé y le di un sonoro beso en la frente para agradecerle su sinceridad, dejando un rastro de carmín tras de mí.
Lali:Estás justo donde tienes que estar, Euge
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