martes, 17 de marzo de 2015

8° ENAMORADA DEL CHICO "MALO" ❤



   CAPITULO 8:



Xxx Necesito más cervezas y ron. ¿Podes echarle una mano a Peter? –me preguntó Agus– Ha bajado al almacén

Tragué saliva al escuchar su petición. Nunca había tenido la apariencia de chica frágil de la que gozaba Euge y era muy capaz de cargar cajas de bebida, es más, siempre protestaba cuando algún tío se las daba de que las tías no podíamos realizar ciertos trabajos porque resultaban demasiado físicos. No tenía ningún reparo en ayudar, pero hubiera preferido no formar equipo con Peter.

Lali:Sin problemas —acepté sin rechistar-

Lo único que tenía que hacer era subir cervezas a la planta alta, ni siquiera teníamos que hablar. Salí de detrás de la barra y atravesé el gentío que abarrotaba el local. Tuve que ir pidiendo disculpas a mi paso hasta alcanzar las escaleras. Me alegraba de no haberme enfundado un pantalón largo para trabajar porque a estas alturas habría muerto de un golpe de calor. El ambiente saturado del bar era sofocante.

La puerta del almacén estaba abierta. Peter había usado una cuña para mantenerla así, y justo en ese momento salía con dos cajas en brazos. Los bíceps se le marcaban por el peso y en cuanto me vio asomó a su rostro la misma expresión irritada que me había dedicado la primera vez que nos vimos.

Me aparté y lo dejé salir. Reprimí las ganas de ponerle la zancadilla a ver si así se le bajaban un poco los humos. Parecía una olla a presión a punto de estallar. Pasó por mi lado sin mirarme y se marchó escaleras arriba. Dado que vivíamos juntos, no me iba a quedar más remedio que lidiar con su mal humor. Un simple «perdí los papeles» por su parte hubiera bastado. Pero ahora los dos habíamos convertido la situación en una bola de nieve que bajaba por la ladera y no cesaba de crecer a cada minuto. En
algún momento nos pasaría por encima, estaba segura.

Zigzagueé entre un montón de botellas y latas hasta dar con lo que buscaba. Olía a humedad y, aunque todo estaba muy limpio, no me costó imaginarme una rata del tamaño de un caniche correteando entre las cajas. Me estremecí ante la imagen. Vale que fuera estudiante de Biología y en las prácticas de Fisiología animal nos hubieran obligado a diseccionar un ratón, pero le tenía verdadero pánico a las ratas. Era superior a mis fuerzas.

La bombilla del techo titiló y me apresuré a coger el ron y salir de allí antes de que se fundiera del todo y un roedor mutante me atacara. Pero cuando me disponía a salir Peter ocupó el umbral y se quedó allí parado.

Lali:¿Te importa? –repuse, aunque mi tono se acercaba más a un «apártate de mi camino, imbécil»–

Él no hizo ademán de moverse. Suspiré y empujé la caja que cargaba contra su pecho, pero aun así no se apartó de mi camino. La luz parpadeó de nuevo. A la mierda los buenos modales. Ejercí más presión sobre él, decidida a llevármelo por delante si era necesario.

Lali:¡Que te quites!

Apretó tanto los dientes que escuché cómo chirriaban, pero dio un paso atrás. Apenas traspuse la puerta él accedió al almacén y se hizo con un pesado barril de cerveza. Me giré y le di un puntapié a la cuña, que voló hacia una esquina. La puerta se cerró de inmediato. Esbocé una sonrisa de satisfacción al pensar que tendría que descargar el barril para poder abrirla de nuevo. Pero no contenta con eso, corrí al despacho y tomé una de las sillas. Volví sobre mis pasos y bloqueé el picaporte con ella.

«La venganza, querido Peter, es un plato que se sirve frío», pensé para mí.

Me hubiera sentado en la silla para ver cuánto tardaba en empezar a gritar, pero los demás sospecharían y esperaba que al menos pasara encerrado en ese lugar un buen rato. Ojalá le tuviera tanto miedo a las ratas como yo, aunque Peter parecía más de los que le darían una patada a uno de esos bichos sin muchas contemplaciones. Una vez arriba le entregué el ron a Agus, sin dejar de sonreír. Compuse mi mejor expresión inocente y le murmuré al oído.

Lali:Peter está en el baño. No se encontraba bien. Ya sabes… creo que está descompuesto

Estuve a punto de soltar una carcajada al ver su mueca de desagrado.

Agus:Demasiada información –repuso él, y se alejó para colocar las bebidas en su sitio–

Media hora después los remordimientos ya habían hecho mella en mí. El acceso al sótano estaba reservado para empleados, por lo que por mucho que gritara Peter nadie acudiría en su ayuda. Paseé la vista por el local para comprobar que el resto del personal estaba allí. David se había hecho cargo de la música y Euge y Cande estaban recogiendo vasos vacíos de las mesas. Nadie lo rescataría si no bajaba y lo hacía yo misma.

Lali:¡Voy a ver cómo está Peter! –le grité a Aguss, que servía copas con el mismo ánimo que al principio de la noche–

En mi caso la emoción de la fiesta se había esfumado gracias a la tensión existente entre mi compañero de piso y yo. No dejaba de decirme que si él quería mantener las distancias y ser un borde era cosa suya, pero la realidad era que me afectaba que me ignorase más de lo que deseaba reconocer. Mientras que Euge y Cande habían estado bailando y disfrutando, sin desatender el trabajo, yo me había limitado a cumplir sin prestar atención a nada más. Observé la silla con los ojos entornados. Estaba tal y como la había dejado. No se oían gritos ni ningún otro ruido. Le podía haber sucedido cualquier cosa y habría estado allí encerrado, sin posibilidad de pedir ayuda. Recé por encontrarlo sano y salvo y que la chiquillada no terminara en una desgracia.

«Inconsciente. Irresponsable», me chilló mi mente. Tuve que darle la razón.

Retiré la silla y así el pomo cada vez más inquieta. La luz estaba apagada. Mascullé una maldición y tanteé la pared en busca del interruptor.

Lali:¿Peter?

Algo tiró de mi brazo y la puerta se cerró a mi espalda, sumiéndome en una completa oscuridad. El aroma afrutado de la colonia de Peter me llenó la nariz y sus brazos se cerraron en torno a mi pecho. Le lancé una patada a la espinilla y luché por zafarme de su agarre, pero fue inútil.

Peter:¿Sabes una cosa? –susurró en mi oído. Su presencia, en vez de tranquilizarme, me aceleró el pulso– No hubieras necesitado arrastrar la silla desde el despacho. El picaporte está roto y no funciona desde dentro. Es una de las razones por las que siempre colocamos la cuña cuando tenemos que entrar a por algo

Escuché algo escarbar a mi derecha, a pocos pasos de donde nos encontrábamos, y mi corazón se volvió loco. Si no salía de allí enseguida sufriría un ataque de pánico.

Peter:Estamos encerrados, vos y yo –susurró él, recreándose en la situación más de lo que me hubiera gustado– Así que decime, L, ¿a qué queres que juguemos hasta que nos encuentren?

Empecé a hiperventilar.

Lali:No… puedo… respirar –atiné a decir entre una bocanada y otra

Peter:Vas a tener que esforzarte más si queres que te suelte

Intenté no escuchar la risa insidiosa de Peter, que debía creer que buscaba un camino fácil para deshacerme de él. Cerré los ojos. Incluso sin poder ver nada el gesto me permitió concentrarme en la respiración. Pero apenas si fui capaz de ralentizar los agitados estertores de mi pecho, que subía y bajaba con frenesí.

Lali:Peter –lo llamé–

Pronunciar algo más elaborado que esa única palabra se me antojaba imposible.
No sé si comprendió que algo raro estaba sucediendo o interpretó mi voz jadeante como otra cosa totalmente diferente, pero la presión de su abrazo disminuyó y al hacerlo estuve a punto de derrumbarme sobre el suelo. Las piernas no me sostenían y la sangre no dejaba de retumbarme en los oídos. Mi cuerpo se había convertido en una masa temblorosa. Nunca antes había tenido una crisis de ansiedad, pero estaba bastante segura de que sufría una.

Peter:¿Estás bien, Lali?

Me pasó un brazo por la espalda y otro a la altura de las rodillas y me sujetó. Mi cabeza cayó sobre su pecho como un peso muerto, mientras mi respiración se hacía cada vez más errática.

Peter:Mierda, L –farfulló angustiado–

Su preocupación hubiera resultado enternecedora si no fuera porque él era el culpable de que estuviera a punto de sufrir un colapso. Se movió, conmigo en brazos, y la luz inundó la habitación.

Peter:¡Mierda! –exclamó al verme– ¿Por qué carajos no has dicho nada?

Abrí la boca con la idea de soltar varios de los insultos que me venían a la mente, pero no salió nada.

Peter:Respirá, ¿dale? Concéntrate en mí. –me colocó sobre una pila de cajas, apoyando mi espalda contra la pared, y me sujetó por los brazos– ¡Mirame, Lali!¡Mirame!

A duras penas conseguía mantener los ojos abiertos. Al ver que era imposible que alzara la cabeza por mí misma, tomó mi cara entre sus manos.

Peter:Mirame, por favor –su voz se transformó en una súplica. Hice acopio de fuerzas y levanté los párpados– Respirá más despacio, podes hacerlo

Fácil de decir, difícil de realizar. El aire entraba a trompicones en mis pulmones y yo no ejercía el menor control sobre ellos. El sudor resbalaba por mi espalda y el corazón no cesaba de rebotar contra mis costillas. Las náuseas de mi estómago no mejoraban en nada mi lamentable estado.

Peter:Estoy acá, Lali, no pasa nada –aseguró él a escasos centímetros de mi rostro–

Su aliento olía a granadina. Le había visto beber varios vasos a lo largo de la noche, aunque había creído que lo combinaba con vodka. En cambio, no había rastro de alcohol mezclado con aquel aroma. Absorbí una nueva bocanada y el silbido de mi pecho fue perceptible incluso para él. Iba a morirme asfixiada en el sótano de un bar y eso resultaba incluso más triste que mi lamentable pasado. El terror debió imprimir su huella en mi cara porque Peter abrió mucho los ojos y su preocupación se tornó en desesperación.

Llegados a este punto yo ya estaba haciendo una revisión de mi vida. No sabía si uno podía morir de una crisis de ansiedad, pero en ese momento parecía bastante factible. Así que mientras me lamentaba por todo lo que no había podido llegar a hacer y todos los lugares que no había conocido, Peter me besó.

Tardé unos segundos en comprender lo que sucedía y para cuando lo hice sus suaves labios ya habían atrapado los míos. Su lengua pidió paso y se adentró en mi boca. No hice nada por alejarle, tampoco hubiera tenido fuerzas, y él profundizó en el beso, recorriendo y explorando cada rincón. Nuestros alientos se mezclaron y su sabor estalló en mi boca. Era dulce y cálido, exigente y tierno al mismo tiempo. Era cualquier cosa menos lo que había esperado. Y no es que hubiera imaginado cómo sería besarle… O tal vez sí.



SE BESAROOOON! Más vale que les haya gustadooo y este capítulo tenga más comentarios que el otro! ❤❤


25 comentarios:

  1. Por fin llegó el beso. Espero el próximo Cori.

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  2. se besaronnnnn!!! subi otro massssssssss

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  3. Aiii quieroo mass!!! No me aguantoo! Quiero saber como continuas la nove.

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  4. Uhhh eso fue fuerte, me imagino a peter desesperado y me mata!!! Se besaron!!!!!
    Masss

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  5. massssssssssssssssssss me encanto siii primer beso

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  6. Más porfaa el siguiienteee!!

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  7. Hay por favor suvi otro

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  8. haz un maraton! por lo menoooos :(

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  9. subiii otro hoy!! hasta mañana noooooooo :(

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  10. se me va el aire ami ....
    Jaskjaksnqkamk maaaaas porfavor
    ay pero que tiernos! ♥♥
    By: catha

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  11. Holaaa soy una nueva lectora y me encantan tus noves.. segui asi que me copa como escribis!!! Besoo y seguila porfaa

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  12. Estan buenisimas tus noves pero me dejan con intriiga subi el otro porfa ahh!!

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  13. me encanto el capitulo, subi mas!!!
    cori yo recien empeze una nueva novela si queres podes pasar por mi pagina y si te gusta la novela la podes recomendar? gracias :)

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    1. ah me olvide mi pagina es: siempreserelaliter2015.blogspot.com

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  14. Ahh suibi ya otroo ajjaja estan buenisimos

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  15. Peter no perdió el tiempo.

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