lunes, 2 de marzo de 2015

41° BAJO NUESTRA PIEL ❤



   CAPITULO 41:



Cuenta Peter

Me incliné y apagué el monitor en cuanto escuché a Eliseo empezar a moverse. Esta noche Lali iba a dormir aunque tuviera que pasarme toda la noche paseando por la casa con el pequeñín para distraerlo de comer. Bajé de la cama y me puse un par de calzoncillos y una camiseta y me apresuré escaleras abajo antes de que empezara a llorar. Incluso con el monitor apagado, Lali sería capaz de escucharlo.

Esperaba haberla agotado lo suficiente como para que durmiera a pesar del ruido. Encendí el móvil de la cuna cuando entré en el cuarto y dejó de quejarse. Le gustaba escucharme cantar. Lali decía que siempre paraba de chupar cuando me oía hablar y se quedaba inmóvil escuchando. Me gustaba eso. Mientras caminaba hacia la cuna, sus pequeños ojos se mantuvieron fijos en mí, e incluso aunque todavía no sonreía exactamente, podía ver en sus ojos que estaba emocionado por algo. Normalmente los pechos de Lali lo excitaban, pero a mí también, así que no podía culparlo por eso.

Peter:Oye, amiguito, ¿cuándo vas a entender que cuando está oscuro afuera se
supone que tienes que dormir? –le pregunté inclinándome sobre la cuna para cogerlo–

Se removió en mis brazos y luego movió la cabeza para ver mi cara.

Peter:Estás atrapado conmigo esta noche. Mami necesita dormir, incluso si tú no lo haces. La estás agotando –dejé las luces del móvil encendidas y me fui a sentar con él en la mecedora– Vamos a observar la luz de la luna sobre el agua y las rocas hasta que decidas que es hora de dormir de nuevo

Eli apoyó su cabeza en mi pecho cuando lo coloqué en mi regazo, y nos mecí. Me pregunté qué pensaba su pequeña mente sobre la vista. ¿Quería salir allá fuera y tocar la arena o sentir el agua? No podía esperar a que pudiera hablarme y decirme qué estaba pensando.

Nos mecimos por casi una hora, y seguí esperando a que empezara a quejarse esperando a Lali, pero nunca lo hizo. Bajé la mirada para ver sus pequeños párpados cerrados y su respiración lenta y tranquila. Habíamos pasado por este desvelo sin mami. Me sentí como si hubiera logrado algo. Caminé suave y lentamente a la cuna y lo acosté. Cuando estuve seguro de que iba a seguir durmiendo, me dirigí a la cama. Papi había tenido éxito.


* * *

La siguiente vez que el enano decidió que quería atención fue después de las siete de la mañana. Lali se sentó derecha en la cama cuando escuchó su llanto y miró el reloj.

Lali:¡Oh, Dios mío! ¿Empieza a llorar ahora? –preguntó luchando por salir de la cama desnuda–

Crucé los brazos por debajo de mi cabeza y observé la vista mientras ella corría a través del cuarto buscando algo que ponerse. Realmente estaba disfrutando de sus nuevas caderas. Se curvaban de una forma tan jodidamente sexy que era difícil pensar bien cuando caminaba a mi lado y se balanceaban.

Peter:De hecho, no. Él y yo tuvimos un tiempo de acercamiento anoche. Le expliqué que necesitabas algo de descanso y estuvo bien con eso. Creo que lo entendió

Lali:–dejó de buscar ropa y me miró con la boca ligeramente abierta– ¿Te levantaste con él y lo volviste a dormir sin que yo lo alimentara? ¿Y estuvo bien con eso?

Peter:–me encogí de hombros– Estuvo de acuerdo con que estabas un poco gruñona y necesitabas dormir un poco más

Una pequeña sonrisa se colgó de sus labios y puso las manos en esas caderas que tanto me gustaban.

Lali:¿Así que piensas que estoy gruñona, eh? Anoche no parecía muy gruñona, ¿no? Cuando tenía tu polla en la mitad de mi garganta

Santa mierda.

Peter:Maldita mujer. Tienes que alimentar a nuestro hijo. No hables así. Voy a perder la cabeza antes de que ese médico me haya dado luz verde

Lali rió y se inclinó para recoger el camisón que iba a ponerse anoche y que nunca llegó a tocar. Su culo se elevó en el aire y tuve que contenerme a mí mismo para no abalanzarme sobre ella. El sedoso material se deslizó por su cuerpo y paró a mitad de muslo. Me lanzó una sonrisa sabedora y se giró hacia las escaleras.

Lali:Ahora llevaré a mi yo gruñón escaleras abajo –respondió–

Observé sus caderas balancearse y el camisón abrazarse a ellas con cada paso que daba. Cuando finalmente salió de mi vista, salté de la cama y me dirigí a la ducha. Necesitaba la puta ducha más fría que pudiera soportar.


Uuuh! Se levantó calentito eeh jajaja! En un rato más les subo el otroo!

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